Me dirigía a la jaula donde se encontraban los míos. Sabía
que muchos no entenderían mi decisión pero era necesaria. No tenía dudas de
quien era el infiltrado y era mi deber entregarle ante Oleg. A pesar de que
aquel hombre en un pasado no muy lejano fue de los nuestros, de que era alguien
muy querido y respetado y que seguramente le debía la vida, tenía que
delatarle. Ya no era aquella persona, no tenía la menor duda y así mis pasos
seguros, firmes y profundos lo demostraban. Además aquella decisión no solo era
buena para los míos por el hecho de evitar futuros contagios o muertes debidos
al infectado sino que había logrado un acuerdo de libertad con Oleg. Por fin
mis compañeros abandonarían la jaula, serían libres y podrían vivir como uno más en el campamento
Ruso. Había conseguido la total confianza de Oleg y los suyos.
Al llegar a la jaula acompañada de numerosos hombres armados
y del mismísimo Oleg, mis compañeros sabían que algo fuera de lo común pasaba:
-María, ¿que ocurre? –Preguntó el capitán Bradley.
-He alcanzado un pacto de paz con Oleg. No tendremos que
vivir más en esta jaula como animales, desde ahora en adelante viviremos en el
campamento como uno más. Ya no estamos en un campamento Ruso, estamos en un
campamento terráqueo.
Los habitantes de la jaula gritaron, chillaron e incluso aullaron
de emoción.
-¿A cambio de que? –Preguntó Jared.
-Tan suspicaz como siempre.-Dije mirando a Jared-. Llevas
razón, hay algo o mejor dicho alguien al que voy a entregar a Oleg, al
infiltrado.
Una serie de murmullos y cuchicheos me interrumpieron.
-Acabo de averiguar quien es el infiltrado y estoy en la
obligación de entregarle para someterle a un duro interrogatorio. Si el
infectado nos ayuda a entender y detectar la enfermedad no serán necesarias pruebas
medicas en el sujeto. Si es hostil nos veremos en la obligación de matarle.
Dicho esto os informo a todos que el infiltrado es… -Mi amigo Dany tragó
saliva-. Ramírez.
-¿Qué? ¿Estas loca?-Dijo el capitán muy alterado-. Es
imposible que sea Ramírez, él es de confianza, él es para mí como un hermano.
Nos ha ayudado a todos sin pedir nada a cambio, incluso te ha ayudado a ti y a
Dany. No puedes estar hablando en serio.
-Lo se Bradley, sé que parece imposible, pero estoy segura
de que está infectado. Él realizó la autopsia de la hermana de Jared y en una
autopsia es imposible no darse cuenta de los cambios que se producen en un
cuerpo humano al estar infectado. Yo los he visto con mis propios ojos.
-Pero no sabemos si aquella niña estaba infectada.-Me
respondió el capitán.
-Lo estaba.-Dijo Jared muy serio-. ¿O crees que iba a dejar
que mataran a mi hermana si tuviera la menor duda de ello?
-Yo no estoy infectado.- Por fin se atrevió a decir
Ramírez-. Ni si quiera creo…
-Que exista dicha enfermedad.-Interrumpí a Ramírez terminado
la frase por él-. Pues si existe, yo la he visto y el que sigas diciendo eso me
confirma aun más quien eres de verdad. Podéis llevároslo.-Indiqué a los hombres
armados.
-Ya que estamos en confianza y que somos todos amiguitos,
deberías contar a Oleg el nombre del otro infectado.-Indicó Jared.
-¿De que habla el americano?- Preguntó Oleg contrariado.
-Que yo sepa no hay ningún infectado más entre los míos.-Respondí.
-Si que lo sabes o es que se te ha olvidado tu amigo Dany.
-Dany está enfermo pero no de la infección que tanto nos
preocupa, con unos cuantos días tomando antibióticos se curará.-Le dije nerviosa
a Oleg.
-¿Y quien fue el que dio ese diagnostico? ¿Tal vez fue el
mismo hombre que acabas de acusar de infectado?
-¿Eso es verdad?-Me interrogó Oleg.
-Si, pero…
-Entenderás que ante estos hechos he de tratarlo como
infectado.
Solo pude asentir.
-Lleváoslo.-Ordenó Oleg.
-¿A donde me lleváis? Yo no estoy infectado, no lo estoy…. –Chillaba
Dany en la lejanía.
Nerviosa, casi
temblando me acerqué al capitán:
-Tenemos que hacer algo, no podemos dejar que maten a Dany.
¿Me ayudaras?- Dije mirándole a los ojos.
-¿Qué te ayude? Acabas de entregar a mi mejor amigo a una
muerte segura y quieres que te ayude. Tú has hecho que ocurra esto, soluciónalo
tú.
Bradley salió de la jaula acompañado de los demás, yo en
cambio me quedé en ella mirando los barrotes sin saber que hacer, decir o
pensar. En la jaula aún quedaba alguien, el único ser dispuesto ayudarme, a dar
su vida por mí, mi único amigo en aquellos momentos y puede que el último que
iba a tener en lo que me quedará de vida. A mi lado tenía a mi leal compañero, a
mi fiel amigo, Pokito. Mi perro.
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