lunes, 21 de mayo de 2012

Día 19




La noche era clara, no había ninguna nube en el cielo, las estrellas se apreciaban con nitidez, brillantes, luminosas y a la vez misteriosas, confusas, diferentes. A pesar de no haber ninguna diferencia entre el reino celestial que en ese momento observaban mis ojos y el de mi añorado planeta, tenía una extraña sensación de no hallarme en el lugar correcto. Por algún raro motivo sabía que aquel cielo no era el mio. Mi mirada abandonó el infinito paraíso celeste y se concentró en el rojo y sudado rostro de mi amigo Dany. Sus pequeños ojos inquietos me observaban, esperando algún tipo de reacción en mí.

-No voy a decir nada.-Por fin respondí-. No quiero condenarte a una muerte segura. Ni siquiera estamos seguros de que tu enfermedad esté relacionada con la infección, tal vez sea la consecuencia de tus heridas en el ataque.

-¿De verdad crees que puede que no esté infectado? -Me preguntó un esperanzado Dany.

-Claro que lo creo. Además si estuvieras infectado serias el primero en saberlo e intentarías por todos los medios ocultarlo para ser otro infiltrado, ¿no crees?

-Supongo, aunque también existe la posibilidad de que te esté mintiendo.

-¿Lo haces?

-No, o eso creo.-Me respondió rascándose la cabeza mientras yo le escrutaba con la mirada.

-Lo primero es pedir ayuda a alguien de confianza, alguien que tenga conocimientos médicos.

-Pero, ¿y si Ramírez me delata?

-Ramírez no contará nada, ni siquiera cree en la infección.

-¿Y el capitán Bradley?

-¿Qué pasa con él? –Pregunté sorprendida.

-Es evidente que al saberlo Ramírez lo sabrá el capitán.

-Por Bradley no habrá ningún problema, ya sabes lo estricto y leal que es con sus hombres. Nunca te entregaría al otro bando, es un hombre de principios. Puede que llegado el momento sea él mismo quien te ejecute con sus propias manos, pero solo si la cosa se pone fea y no hay más remedio que hacerlo.-Dije propinando unas pequeñas palmaditas en el hombro derecho de mi amigo para tratar de tranquilizarle.

-¿Ejecutarme?-Dany tragó saliva nervioso.

-No te preocupes más, en peores nos hemos visto.-Sonreí a Dany-. No te muevas, ahora mismo vengo.

En pocos minutos me volvía a encontrar a los pies de la cama de Dany mientras un preocupado capitán se rascaba la barba de varios días y Ramírez examinaba las heridas.

-Como imaginaba las heridas están infectadas.-Indicó Ramírez-. La saliva humana está llena de bacterias y este hombre ha sido mordido por todo el cuerpo. La fiebre es normal en estos casos, remitirá con la ayuda de antibióticos.

-¿No estoy infectado?

-Claro que no. Ni si quiera creo que la tal infección exista.-Respondió molesto Ramírez.

-¿Y como conseguimos los antibióticos sin que nadie se entere que este está enfermo? Preguntó Bradley.

-Yo tengo libre acceso a las instalaciones, no me será difícil robar un poco de amoxicilina.

-Si te descubren no tendrás a nadie ahí fuera que te proteja. Estarás sola.

-Nadie se enterará.-respondí al capitán.


A la mañana siguiente salí de la jaula y visité las instalaciones centrales del campamento. Allí se encontraba la sala de reuniones, el despacho de Oleg, la enfermería y varias habitaciones llenas de medicamentos, camillas, utensilios médicos e infectados a los que se les realizaba todo tipo de estudios para tratar de detectar, diagnosticar y curar la temida infección que nos hacía permanecer en este horrible planeta a pesar de poseer medios para poder abandonarlo.

Curioseé varias salas vacías hasta toparme con un armarito lleno de antibióticos. Con mucho sigiló abrí la portezuela de cristal la cual no tenía ningún tipo de candado u otra seguridad y  me apoderé de varios frasquitos fríos. Los escondí en uno de los bolsillos de mi pantalón y caminé hasta adentrarme en otra sala.

En aquella nueva estancia se realizaban pruebas médicas con un individuo que se hallaba atado con correas de cuero negro, inmovilizado y tumbado en una camilla metálica iluminada con enormes y cegadores focos. Oleg seguía de cerca todos los pasos realizados por los médicos, incluso exigía que se le fuera explicando cada detalle, cada dato medico, sin importar lo complejo que fuera o lo complicado y raro nombre que tuviese cada medicamento aplicado al paciente. Al acercarme un poco más, este se percató de mi presencia y me invitó a participar.

-Es importante que conozcas las pruebas que realizamos a los infectados. Quizás una cabecita tan despierta como la tuya de con algo que a nosotros se nos escapa.-Me indicó Oleg mientras me colocaba en un lugar privilegiado de la sala para que pudiera seguir los experimentos.-La cara de este infectado te sonará mucho, ¿no es así?

-Si, claro, es el que intentó matarme.-Respondí muy seria.

-Hoy solo están aplicando fármacos experimentales al individuo, quizás tengamos suerte y alguno le ponga azul.-Sonrió Oleg-. Sin duda eso sería muy interesante para detectar a los infectados.-Yo le respondí con una mueca que intentaba ser una falsa sonrisa-. Las pruebas de mañana son a mi gusto las más interesantes.
-¿Cuáles son? –Pregunté muy interesada.

-Mis brillantes médicos realizaran al paciente su autopsia.

-¿Autopsia? ¿Esa prueba médica no se realiza a los muertos?

-Un hombre que se alimenta de otros hombres para mi ya lo esta. Además la parte en que se le abre el cerebro al paciente mientras aun está consciente es la que más me divierte.-Sonrió macabramente Oleg-. ¿Asistirás?

-Claro, no me puedo perder como le diseccionan el cerebro al hombre que hace pocas horas intento comerme, tiene que ser súper entretenido.-Respondí sarcásticamente, aunque Oleg pareció entender lo contrario.

En la habitación entró un hombre calvo, con bata de color azul. Se aproximó a Oleg y tras susurrarle varias palabras al oído, Oleg comenzó a gritar.

-¿Cómo desaparecidos? Unos medicamentos no pueden desaparecer. Hagan una inspección hombre por hombre. Si es necesario desnúdeles a todos. ¡Quiero el nombre del responsable!

-Si, señor.

Oleg permaneció unos instantes en silencio y después ordenó terminar con la investigación.

-Sé que estabas disfrutando con las pruebas médicas realizadas pero debo suspenderlas por hoy.-Me dijo Oleg.

-¿Que sucede?-Pregunté haciéndome la inocente, aunque yo ya sabía de que se trataba.

-Me da vergüenza comentárselo pero debe saberlo.-Exclamó Oleg preocupado-. Uno de mis hombres ha robado medicamentos de la sala de medicinas. Pero no se preocupe, es cuestión de minutos que conozca la identidad del ladrón.

-No dudo que lo haga, confío plenamente en sus capacidades de mando.-Traté de agradarle.

-Gracias.-Me respondió Oleg-. Puede abandonar estas instalaciones cuando desee, solo le realizaran un pequeño registro rutinario a la salida.-Yo asentí, indicándole que estaba totalmente conforme con aquello.

Me dirigí a los baños nerviosa, necesitaba pensar como sacar de allí los antibióticos sin ser descubierta, la vida de Dany estaba en juego. Me metí en uno de los habitáculos y bajé la tapa del retrete para sentarme. No podía salir con aquellos frasquitos en el bolsillo de mi pantalón, en el registro rutinario los detectarían. Permanecí varios minutos sentada hasta que reparé en la ventana con rejas que había detrás de mí. Podía intentar tirar los frasquitos y más tarde, cuando hubiera salido de las instalaciones recogerlos, pero era una segunda planta y dudaba de la resistencia de las botellas. Lancé solo una como prueba y a pesar de que el suelo estaba cubierto de un césped verde, largo y blandito, el recipiente de cristal se rompió. Di varias vueltas por el habitáculo rectangular temblorosa, respiré aire por la nariz y volví a pensar. Mis ojos se fijaron en el rollo de papel higiénico que colgaba de un bonito aplique en la pared, lo cogí y usé el papel para envolver varios frasquitos en el. Una vez bien envueltos los lancé por la ventana con la esperanza de que esta vez se salvaran, pero estos se escurrieron del rollo de papel y cayeron, rompiéndose contra el suelo.

-¡Que voy hacer!-Exclame en alto.

Los nervios se apoderaron de mí, ya casi no me quedaban frascos y no debía permanecer por más tiempo en el baño o sospecharían de mí. 

-Quizás pueda esconderme alguna medicina entre la ropa.-Pensé, pero enseguida me acordé de las palabras de Oleg: “Si es necesario desnúdeles a todos” ¿Que pasaría cuando me quitara la camiseta y descubrieran los antibióticos escondidos en el sujetador?

Entonces se me ocurrió una última posibilidad. Me desvestí a toda prisa y me volví a vestir dejándome el sujetador. Este tenía unos pequeños bolsillos o aberturas por donde se metía y se sacaban unas pequeñas almohadillas también conocidas como relleno de sujetador. Metí los frascos por los agujeros  y rellené el resto del espacio de los compartimentos con papel higiénico hasta estar segura de que nada saldría de allí. Recé un ave María, cuatro padre nuestros y lancé el sujetador por la ventana. Esta vez funcionó.

Alegre y feliz esperé la cola del registro de salida del recinto. Uno a uno íbamos pasando a una salita donde los guardias realizaban el registro. Solo tuve que esperar media hora para mi turno. Un hombre alto, con barba, nariz torcida y armado hasta las cejas me dio paso para que entrara en la salita de registro.

-Por favor vacíe y vuelva del revés todos sus bolsillos.

-Me vacíe cada uno de los numerosos bolsillos de mi pantalón, dejando encima de la mesa varios pañuelos de papel usados y mi llavero cuidadosamente cerrado para que no descubriera la cuenta atrás.

-Muy bien.-Dijo el guardia después de haber apuntado el contenido de mis bolsillos en una libreta.

A continuación el hombre me pasó algún tipo de detector y pude salir de allí libre, recuperando minutos después los frascos intactos que media hora antes había lanzado por la ventana de baño.


En cuanto regresé a la jaula, Ramírez administró los antibióticos a Dany con una jeringuilla del maletín de primeros auxilios.

-Creo que con estos frascos será suficiente para que mejore.-Indicó Ramírez.

-Menos mal, ya me veía otra vez tirando el sujetador por la ventana.-Respondí sonriendo mientras los demás se miraban sin entender nada.

-¿No te habrás arriesgado mucho por mi?-Preguntó Dany.

-No, fue sencillo.-Le sonreí.

-¿El que fue sencillo?-Nos sorprendió Jared.

Nada que te importe.-Respondió el capitán Bradley.

Jared miró al capitán con desprecio y se dirigió a mí:

-¿Qué sucede?

-Nada, solo charlábamos.-Intenté disimular.

-Pensaba que después de salvarte la vida teníamos más confianza. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.-Dijo Jared acariciándome el cabello.

-¡Ya esta bien!-Interrumpió Bradley propinando un golpe en la mesa y agitando los frascos.

- ¿Y que son esos frascos?-Jared trató de coger uno pero Ramírez los guardó en su maletín de primeros auxilios.

-Lárgate Jared.-Dijo el capitán-. No me gustas. No eres de fiar.

-Bradley.-Le interrumpí-. Me salvó la vida, creo que se merece que me fie de él, tiene derecho a saber lo que pasa-.Recordé como Jared guardaba el secreto del escondite de la tarjeta electrónica-. Sabe guardar un secreto-.Dije en voz alta.

Todos me miraron desconfiados, parecía ser la única que se fiaba de él.

-Jared.-Dije dirigiéndome a él-.Dany está enfermo.

-Soy hombre muerto.-Susurró mi amigo.