jueves, 26 de enero de 2012

Día 12



Las llamas se agitaban de forma grotesca, dibujando en la oscura noche sombras misteriosas a mí alrededor. El crujir de las ramas quemadas y los restos del Liberty 10 chisporroteando por la acción del fuego, ponían música a aquella repentina película que visionaban mis atemorizados ojos. Abracé a mi pequeño pero fiel Pokito en busca de un poco de tranquilidad y decisión con que combatir el miedo que hacía temblar todo mi cuerpo. Respiré profundamente llenando mis pulmones de aire y fuerzas para afrontar la inesperada situación que me había impuesto el destino, y comencé a caminar.

En la zona de las tiendas de campaña no había ningún sobreviviente, el efecto devastador del Liberty 10 al estrellarse contra el suelo había acabado con todo y todos. Corrí varios metros hacia el sur del campamento, donde la segunda guardia hacia ronda antes del incidente. Al llegar a la zona observé los árboles caídos y algunas ramas en llamas, producido por el impacto de varios fragmentos del Liberty 10 al desprenderse en la explosión. Había tierra por todas partes como si alguien con una enorme excavadora hubiera estado jugando. Entre la tierra yacían semiocultos los cuerpos sin vida de los componentes de la segunda guardia. Me acerqué a uno de los montones y desenterré un rostro, era  el Doctor García.

Desesperada por no encontrar a nadie con vida intenté una última cosa. Miré a los grandes y oscuros ojos marrones de Pokito y acariciando su suave pelaje le pedí ayuda.

-Pokito, necesito que encuentres a los supervivientes. Esta vez no tengo nada que darte para olfatear así que chico, va a ser difícil tu búsqueda, pero confío en ti.

Me levanté muy seria y grité:

-Busca Pokito, busca.-Pero el perro tras unos movimientos indecisos volvió a sentarse a mi lado-.He dicho que busques, Pokito.-Volví a gritar, pero el perro no supo que buscar.

Pensé un poco en que hacer o que decir al perro para que entendiera mi orden pero no se me ocurrió nada.

Me encontraba sola, esta vez no tenía la compañía de mis amigos que en tantas ocasiones me habían ayudado. ¿Qué diría el ocurrente Dany en una situación como esta? ¿Dany? ¿Qué habría sido de él? Ni siquiera sabía si estaba en el turno de guardia o si por el contrario estaba entre las ahora inexistentes y carbonizadas tiendas de campaña. Aunque seguramente estaba muerto como los demás del campamento, necesitaba conocer el paradero de mi amigo, mi último amigo. Volví a mirar a Pokito y le ordené:

-Pokito, busca a Dany.

Y asombrosamente Pokito comenzó a buscar.

El animal me llevó a una zona aún más apartada y se paró enfrente de una pared de rocas, ladrando descontroladamente.

-¿Qué pasa chico? –Dije sin entender lo que quería decirme-. ¿Hay algo detrás de las rocas?

Una voz ininteligible empezó a chillar al oír mi voz, así que comencé a retirar las piedras una a una a toda prisa y tras un largo rato de duro trabajo pude al fin saber de quien eran los gritos. Eran de mi amigo Dany.

Por suerte en aquella cueva no solo se hallaba Dany, en su interior encontré al piloto Michael, a Ramírez con su parche en el ojo y como no, al valiente capitán Bradley, que al darse cuenta de que un artefacto se dirigía a toda velocidad a la zona, se resguardó en la cueva junto con las tres personas con las que hablaba en el momento del impacto.

-¡María! Sabía que estabas viva y que nos salvarías.-Gritó Dany dándome un fuerte abrazo.

-Realmente nos ha salvado el capitán.-Dijo un repelente Michael.

-De nada.-Dije a Michael sonriendo.

-Buen trabajo María.-Me dijo el capitán Bradley, acercándose hacia mí y fijando su mirada en mi rostro-. Estas herida. Tienes un corte muy feo en la cara.-Bradley me acarició la frente con cuidado.

-No es nada.-Dije mirándole a los ojos.

-En cuanto encontremos al doctor que te cure la herida.-Me respondió Bradley apartándome un mechón de pelo que ocultaba mis ojos verdes.

-Creo que eso no será posible, está muerto.-Le respondí.

-Vaya, el doctor ha muerto.-Dijo Bradley con gesto pensativo-.Pues se lo pediré a algún soldado con conocimientos en enfermería.

-Tampoco será posible. Solo quedo yo.

Ramírez fue el encargado de curar mis heridas, con un botiquín semiquemado que encontramos a pocos metros del punto cero del incidente, o como lo llamaba Dany, la zona caliente. Recorrimos lo que quedaba del campamento para intentar hallar sobrevivientes y para equiparnos con lo que quedara del amplísimo equipaje con el que contábamos al comienzo de la expedición, pero solo pudimos encontrar dos o tres armas y unas mantas, de sobrevivientes nada de nada.

Con los primeros rayos de sol pusimos rumbo a algún sitio, aunque no sabíamos cual, eso nos daba igual, lo importante era encontrar un nuevo refugio contra los monos hambrientos. Pero cuando solo habíamos dado un par de pasos, nuestro caminar se vio interrumpido.

-¡Alto! ¡Las manos en alto y soltad las armas!

Unos diez hombres salieron de entre los árboles y nos apuntaban con rifles.

-¿Quienes sois?-Dijo Bradley muy tranquilo y sin bajar su arma.

-Las preguntas las hago yo.-Dijo un hombre caminando hacia delante.

El hombre vestía con ropa cara aunque un poco sucia de barro y arena, tenía el cabello negro y unos grandes e intensos ojos azules con los que examinaba y juzgaba al capitán.

-¿Por qué debes hacer tu las preguntas?-Respondió Bradley muy molesto-. ¿Cual es tu rango para que puedas mandar sobre todos, incluido a mí?

-¡Ja! Mi rango.-Dijo riéndose y mirando a uno de sus hombres-. Pobres soldaditos que solo piensan en rangos y condecoraciones, y se olvidan que los soldados están para servir a los que de verdad importan, a los que tenemos poder y dinero.

-El dinero ya no tiene valor, ¿no crees?-Respondió Bradley.

-Cierto, pero juraste antes de pisar este planeta que serías fiel y leal a los dueños de las naves, ¿o no es así?

-Si.-Dijo el capitán agachando la cabeza y bajando su arma, ya que cuando el capitán hacía una promesa la cumplía siempre.

-Espera un momento.-Dije andando hacia delante.-Yo no he hecho ninguna promesa a nadie, ni cumplo las normas de nadie. Además por tu acento deduzco que el capitán tampoco te debe nada, ¿aun no nos has dicho de que nave eres dueño?

-¿Nave?-Preguntó confuso el piloto Michael.

-La nave que se estrelló en nuestro campamento no era una de las nuestras, era la Liberty 10.-Expliqué a mis atónitos compañeros, los cuales no sabían nada de aquello.

-¿Liberty 10?-Dijo Bradley levantando repentinamente su arma.- ¿De que compañía sois?

-Vaya, vaya.-Sonrió el hombre mientras me observaba-.Veo que eres una chica lista.-Dio unos pequeños pasos hacia atrás mientras sus hombres seguían apuntándonos con sus armas-. Soy Jared y pertenezco al grupo Liberty.

-Lo imaginaba.-Dije andando hacia Jared-. ¿Sois Norteamericanos, verdad?

Al acercarme tanto a la posición de Jared los rifles apuntaron hacia mí.

-¿No tendrás miedo de una chica que no va armada? Quizás temas que te arañe.-Dijo Bradley con una media sonrisa en la cara.

-No apuntéis a la chica, apuntad a los hombres armados.-Indicó Jared a sus hombres en respuesta de las palabras del capitán-.Si no me sois leales, seáis de la compañía que seáis, ordenaré a mis hombres que disparen sin compasión.

-No vamos a seguir tus normas, antes moriremos luchando.-Respondió Bradley.

-Bueno, no creo que haga falta morir.-Interrumpió Dany.

-Cállate muchacho.-Gritó el capitán.- Te propongo una alianza pacifica, pero como iguales.-Dijo dirigiéndose a Jared, continuando con la conversación.

-No hay trato.-Respondió Jared dándose media vuelta para colocarse detrás de sus hombres y dar la orden de fuego.

-Yo creo que si que hay trato.-Intervine colocando la pequeña pistola que horas antes el mismísimo Bradley me había entregado, en la nuca de Jared.

-Se supone que no ibas armada.-Respondió al sentir el frio metal en su cuello.

-¿Hay trato entonces?-Preguntó Bradley.

-Hay trato.-Respondió Jared.

-Quiero que lo prometas en alto, para que todos tus hombres lo escuchen bien.-Gritó el capitán.

-¡Como sois los militares! -Exclamó Jared-.Esta bien, juro que no os mataremos y que viviremos en una alianza pacifica. Y ahora que la chica me quite ya el arma.

-Si, no sea que se me dispare por error.-Dije retirando la pistola de su cuello.


Jared y sus hombres nos llevaron a su campamento. Para acceder a él había que caminar varios kilómetros entre el barro, cruzar un riachuelo y atravesar una cueva estrecha y oscura. Al llegar al campamento encontramos a varios hombres armados custodiando el refugio y otros tantos trabajando en tareas cotidianas como la colada o el mantenimiento de las estructuras de madera que parecían ser sus casas. Su campamento estaba dotado con todas las comodidades posibles y con alta tecnología de seguridad, más o menos lo que debería haber sido el nuestro si los animales y el choque inesperado del Liberty 10 no nos lo hubieran impedido.

-Tengo que reconocer que os habéis organizado bien, a pesar de los animales salvajes.-Dijo Bradley.

-Gracias, aunque hemos tenido muchas perdidas, aquí estamos los supervivientes de nueve naves. Tendríamos que ser unas noventa personas y apenas quedamos veinte.-Respondió este.

-Pero una vez controlado el problemilla de los monos, la vida será cómoda y fácil.-Dijo Michael.

-¿El problemilla de los monos?-Respondió Bradley.-He perdido a varios de mis hombres por esos monos, hombres valientes y expertos. Yo no lo llamaría problemilla.

-Tonterías, son solo animales y nosotros hombres.-Dijo Michael.

-Esperar un momento.-Intervino Jared-.  ¿Creéis que el único problema de este asqueroso planeta son los monos?

-Si hay algún otro sucio animal peligroso, lo mataremos y lo convertiremos en llavero, como hice con este.-Dijo un arrogante Michael mientras sacaba de su bolsillo un trozo de piel de mono cosida a un viejo llavero.

-¿Cómo has traído eso a mi campamento?-Pregunto Jared muy alterado-. ¡El olor atraerá a los de su especie! Sé que he hecho una promesa, pero yo a este tío me lo cargo.-Dijo agarrando el pecho de Michael.

-Si es tu deseo, yo no te lo impediré. Le conozco bien y solo trae problemas.-Indicó Bradley.

-No, no me matéis.-Imploró Michael que ya no parecía ser tan arrogante-. Me necesitáis.

-¿Y para que te iba a necesitar?-Preguntó Jared agitando al piloto.

-Porque soy un piloto cero.

-Eso no se me había informado.-Indicó Bradley molesto.

-Solo lo tenía que saber el dueño de la nave y yo.-Explicó Michael.

-¿Pero que narices significa piloto cero?-Interrumpió Jared.

-En nuestra organización el piloto cero es el de mayor rango. Él es el jefe de todos los pilotos.-Dijo Bradley señalando a Michael-. Y conoce la información secreta de la organización, la cual es solo para unos pocos privilegiados.

-¿Y crees que por ser alguien importante no te voy a matar?-Sonrió Jared.

-Por eso y porque se como salir de este planeta.

Una alarma comenzó a sonar estrepitosamente. La gente dejó de realizar sus tareas cotidianas para armarse y prepararse para el inminente ataque.

-¿Qué pasa ahora?-Pregunté.

-Intrusos. Serán animales atraídos por el olor del llavero de este irresponsable.-Respondió Jared señalando al piloto-. Preparaos.

En un abrir y cerrar de ojos nos vimos rodeados, los animales enfurecidos nos atacaban. Las dos organizaciones nos unimos para contratacar, codo con codo. Nuestras armas tan avanzadas no parecían hacer desistir a los monos de su intento de matarnos.

Yo me encontraba al lado de Dany, el cual también había cogido un arma pero sus temblores le impedían usarla. Varios hombres de Jared nos protegían al mando del capitán Bradley, mando que Jared le había otorgado al ser Bradley el soldado de mayor rango. Michael que momentos antes había estado quitando importancia al problema de los animales salvajes, gritaba y lloraba como un niño de dos años. Tal era su miedo, que en un arrebato de pánico echó a correr alejándose del grupo.

-¡Proteged al piloto!-Gritó Jared-. Es el único que puede sacarnos de aquí.

Pero a pesar de que los hombres de Jared disparaban a cualquier mono que se le acercaba a Michael, este fue capturado.

-¡Noooo!-Chilló descontroladamente Jared, corriendo y disparando hacía el animal que había atrapado a Michael.

El capitán Bradley siguió a Jared para cubrirle y ayudarle en su intento de salvar la vida del piloto. Dany, Ramírez y yo también les seguimos, pero cuando llegamos al lugar, encontramos a Michael tendido en el suelo lleno de sangre. Ramírez se agachó con un botiquín para tratar de curar sus graves heridas, pero tras examinarle Ramírez negó con la cabeza. Michael se moría.

-Dinos como salir de aquí. Dínoslo.-Dijo Jared muy afectado.

Michael afirmó con la cabeza y Jared se acercó al piloto para escuchar mejor su débil voz.

-Para salir hay que… hay que…

Y el piloto murió.   

jueves, 19 de enero de 2012

Día 11




El capitán Bradley daba órdenes a sus soldados a mí alrededor, las balas repiqueteaban y el bosque se agitaba como si fuera a engullirnos a todos. Yo aún sostenía la cabeza sin vida del que hasta ese momento había sido un compañero leal y un buen amigo. Por algún extraño motivo no podía moverme, no podía pensar, no podía sentir. Había visto morir a mi familia, a mis amigos, había sobrevivido a las oleadas y a los asaltos, e incluso había conseguido averiguar el origen de la misteriosa luz y sobrevivir al fin del mundo, pero con aquello, no pude.

Mientras estaba en shock sentí el brazo de Dany en mi espalda y como su voz me llamaba. Vi correr a un aterrado soldado, intentando escapar de todo aquello y como otros le gritaban tratando de impedírselo. Y escuché los desgarradores gritos del piloto Michael al ver morir a un hombre a su lado. Pero yo, seguía inmóvil con la cabeza de Samuel entre mis manos, viendo como ocurría todo a cámara lenta.

Un rugido a mi derecha hizo girarme a mirar. Una oscura figura de color marrón se aproximaba hacia nosotros. El ser era de aspecto humanoide pero con pelo por todo su cuerpo y se balanceaba ágil entre las ramas. De pronto el ser dio un salto rápido, brusco y preciso, abalanzándose sobre el hombre que tenía a mi lado. El monstruo arañaba sin piedad el rostro del soldado, mientras este no podía hacer otra cosa más que gritar. Sentí un tremendo empujón en un brazo, el cual me sobresalto haciéndome tirar la cabeza de Samuel al suelo. Era Bradley que veloz pero certero disparó al ser marrón por la espalda, salvando la vida al asustado soldado. El monstruo yacía en el suelo, quieto, parecía estar muerto. Saqué el afilado cuchillo que guardaba en un bolsillo trasero y me aproximé. Necesitaba saber que eran aquellas cosas que nos atacaban, necesitaba averiguar que era lo que había matado a mi amigo. Cuando llegué hasta el cuerpo me agaché empuñando con fuerza el arma, dispuesta a terminar lo que Bradley había empezado, pero el monstruo ya estaba muerto. Lo giré para ver su peludo rostro y entonces lo observé con detenimiento. Aquel ser no era tan extraño, lo había visto montones de veces en mi planeta. No era más que un mono enorme.

-Son monos. Son monos gigantescos.-Grité para que todos me oyeran.

-Apuntad a los árboles, a las copas de los árboles.-Indicó el capitán Bradley a sus hombres-.Quiero que os turnéis en grupos de dos para disparar y recargar el arma, quiero fuego continuado. No paréis de disparar al enemigo.-Ordenó mientras se aproximaba hacia donde nos encontrábamos Dany y yo-.Ocuparos de los heridos, empezad por el soldado Ramírez.-Dijo señalando al hombre que acaba de salvar del mono gigante. 

-¡Mi ojo!-Gritaba Ramírez-. ¿Que le pasa a mi ojo? ¡No veo por el ojo izquierdo!

Nos acercamos a él. Dany le apartó la mano con la que se tapaba el rostro para poder observar mejor sus heridas. Al dejar al descubierto su ensangrentado rostro pudimos ver o mejor dicho no ver su ojo izquierdo.

Aunque parezca increíble, el capitán Bradley y sus hombres pudieron ahuyentar a los monos asesinos. Aunque aquello costó varias bajas de ambos bandos. Instalamos nuestro campamento en una zona despoblada de vegetación y árboles, donde a los monos les fuera más difícil atacarnos. El doctor García examinó uno a uno los heridos con ayuda de otros dos soldados que tenían conocimientos de enfermería. El capitán dividió al campamento en dos grupos para las guardias, dejando descansar primero a los que más lo necesitaran.

Ramírez examinaba el cuerpo inerte de uno de los monos, que habíamos traído con nosotros por orden del mismísimo capitán. Con un bisturí y unas pinzas realizaba la autopsia del animal mientras se habituaba al parche que ocultaba la pérdida de su ojo.

 -A simple vista yo diría que es un simple mono.-Dijo Ramírez.-Pero por mis conocimientos en biología y zoología puedo decir que a diferencia de los monos de la tierra, estos parecen ser carnívoros.

Bradley asintió pensativo.

-Este espécimen en particular es un gorila.-Continuó Ramírez-. Aunque si mi único ojo no me engaña, antes me pareció ver algún orangután e incluso a un pequeño chimpancé. 

-Entonces, ¿nos persiguen una panda de monos extraterrestres, locos y hambrientos?-Preguntó Dany que como yo se había acercado a cotillear.

-Se puede decir que si.-Respondió Ramírez medio riéndose.

-Ya puedes descansar Ramírez.-Indicó un serio Bradley, que no parecía haberle hecho ni pizca de gracia el comentario de Dany.

-Si creo que me voy a descansar, el ojo me duele…

Un bonito ciervo apareció de la nada, interrumpiendo la conversación. Su pelaje era esplendido, de un color marrón rojizo que brillaba con la luz del sol. Y su largo cuello sujetaba una cabeza fina que terminaba en unas enormes astas blancas.

-Un ciervo, en este planeta también hay ciervos.-Exclamó Dany.

-Y no parece asustarse por nuestra presencia.-Indiqué mientras me aproximaba a él para tocarlo.

El ciervo parecía amistoso y miraba con unos bonitos ojos dorados. Quizás los habitantes de aquel planeta no eran todos terroríficos, así que me atreví a acercarme para acariciarlo, pero en el último momento el ciervo trató de mordisquearme la mano.

-¿Qué narices?-Dije mientras un soldado espantaba al animal disparando al aire.

Enfurecida y molesta me acerqué al capitán.

-Capitán solicito una pistola.-Dije a Bradley.

-Ya tienes un cuchillo.-Me respondió de forma seca.

-Perdone pero creo que este lugar no es nada seguro y que todo el que quiera un arma debe poder tenerla.

-¿Sabes disparar?-Me preguntó entregándome una pequeña pistola.

-Si, claro, he disparado montones de veces.-Dije guiñándole un ojo a Dany que me miraba de forma escéptica. 

Al caer la noche se produjo el cambio de guardia. A mi me tocaba dormir en una pequeña tienda de campaña compartida con otras dos personas. Era la que estaba más al fondo del campamento, por lo que parecía ser la más segura de todas. Rota por el cansancio me dirigí a ella medio bostezando, pero tras caminar los cuarenta y cinco metros que había desde la primera tienda hasta la mía y deslizar la cremallera para abrir la puerta de tela, me encontré a una joven soldado rubia con un fuerte y bronceado soldado semidesnudos y abrazados.

-Creo que no vengo en buen momento.-Dije un poco colorada.-Os dejo que sigáis con lo vuestro.

-No hace falta que te marches.-Me respondió el soldado moreno.-Puedes unirte.

-¡Uy! Me parece que me llaman, ya si eso en otra ocasión o no.-Respondí mientras cerraba la cremallera a toda prisa.

Comencé a andar en la oscuridad de la noche, las estrellas brillaban y la luna, que tenía un no sé que diferente a la nuestra me hizo añorar a la Tierra. Una fría brisa me estremeció, así que me froté los brazos que dejaba descubiertos mi pequeña camiseta.

-¡No pienso volver a esa tienda ni aunque la desinfecten, y menos con el soldado amor y su amiga la rubita tetona!-Exclamé en alto, dejando escapar aquel pensamiento.

-¡Si hace falta no duermo!-Continué hablándome a mi misma-.Yo ahí no v….

Una enorme explosión detrás de mi, me hizo salir disparada varios metros debido a la onda expansiva. Cuando recobré la consciencia, una oleada de fuego y calor iluminaba mi rostro, mientras Pokito ladraba sin parar. Medio aturdida me levanté y miré hacia el campamento. Ya no quedaba nada, las tiendas solo eran cenizas y un amasijo de hierro ocupaba su lugar. Corrí asustada hacia allí, pero el tremendo calor me impidió poder acercarme más. La gente que momentos antes de la explosión dormía en las tiendas había muerto. Nerviosa comencé a gritar, a llamar a alguien, pero nadie me contestó. ¿Habría alguien más con vida o solo quedaba yo? 

Desorientada y confusa eché otro vistazo a la rara estructura metálica para tratar de averiguar que había pasado y entonces me di cuenta que era una nave como en la que yo había viajado. La nave habría tenido alguna complicación y se habría estrellado. En un lateral me pareció divisar unas letras pero el brillo del fuego no me dejaba leerlo, así que me desplacé un poco hacia la derecha. Tras dar unos pasos pude ver las enormes letras negras con claridad.

- Liberty 10.-Dije en alto. 

miércoles, 11 de enero de 2012

Día 10



Comenzaba a amanecer y la luz anaranjada iluminaba el gigantesco edificio de hormigón. No sabía cuantos metros medía pero sin duda podía contener en su interior el esperado y buscado artilugio metálico que iluminó el cielo aquel día, el día uno de nuestra aventura. Samuel, Dany y yo examinamos cada palmo de las vallas en busca de alguna abertura, pero no encontramos nada. Y aunque halláramos el modo de pasar, unos grandes muros de hormigón y puerta blindada con teclado de seguridad impedirían nuestra entrada.

-Es imposible pasar.-Suspiró Dany-. Hemos llegado hasta aquí para nada.

-No pierdas la esperanza, encontraremos algún modo.-Le respondió Samuel-. Siempre lo encontramos.

-Esta vez no, no lo lograremos.

-¡¡¡Chisssss!!!- Dije por lo bajo, poniéndome un dedo en la boca-.Mirad, sale alguien.

Tras iluminarse unos instantes una luz verde, la puerta blindada se abrió. Un hombre con traje y corbata salió del interior del edificio de hormigón. Sacó una llave de su bolsillo derecho e introduciéndola en el candado que mantenía cerrada la puerta de la valla, salió al exterior. El hombre palpó con la mano el pecho de su carísimo y elegante traje gris oscuro, para después  sacar una brillante pitillera de oro. Nos quedamos estupefactos, no lo podíamos creer, ese hombre había salido al exterior dejando todas las puertas abiertas de un edificio con enormes sistemas de seguridad, para fumarse un simple cigarrillo.

-Es nuestra oportunidad.-Susurré a mis compañeros-. Es ahora o nunca.

-Uno de nosotros debería distraerle y otro golpearle por la espalda.-Dijo Samuel.

-¿No sería mejor colarnos dentro, ahora que está distraído?-Le pregunté.

-No, está justo enfrente de la puerta, se daría cuenta de nuestra presencia, lo mejor es noquearle.-Explicó Samuel.

-¿Y quien va a distraerle y como?-Pregunté mirando a Dany.

-¿Por qué me miráis los dos?-Dijo este un poco molesto-.No pienso ser otra vez el anzuelo.

-Es que ya tienes experiencia en estos casos. ¿Qué más te da hacerlo otra vez? –Dije poniendo ojillos tiernos a mi amigo.

-¡No!, me niego.-Contestó cruzando los brazos en señal de enfado y disconformidad.

-Vamos Dany.-Intervino Samuel-. En estos casos tu eres el mejor, por eso te lo pedimos. 

-¿Soy el mejor?

Yo asentí con la cabeza.

-Está bien, lo haré. Además ya tengo un plan para distraerle, estad atentos.-Dijo sacando su iPad de un bolsillo de su abrigo y echando a andar hacia el hombre trajeado.

-¿Perdona, te llega la señal wifi? -Preguntó Dany al hombre, señalando su iPad-. Es que no se si es problema de este cacharro o de la red.

El hombre se colocó el cigarrillo en la boca y sacó un móvil de última generación, caro y brillante.- Yo si tengo wifi.-Dijo mirando a Dany y examinando su cochambrosa y destartalada vestimenta por primera vez-. Un momento, ¿tu quien …

¡¡Zas!! El hombre había quedado inconsciente y tendido en el suelo, tras haber sido golpeado por Samuel con un tronco del espeso bosque que rodeaba las instalaciones de hormigón.

Arrastramos su cuerpo gordo y pesado al interior del edificio, asegurándonos de cerrar todas las puertas con la llave y la tarjeta electrónica que le habíamos cogido prestado. No queríamos que nadie se diera cuenta de que algo raro había pasado. Le encerramos en un armario, nos pusimos unas batas blancas que encontramos colgadas en unas perchas y cogimos varias carpetas, para pasar desapercibidos.

-¿Estáis listos? –Pregunté a mis amigos. Ambos afirmaron con la cabeza.

Caminamos por varios pasillos y cruzamos varias salas, tratando de averiguar algo de aquel extraño lugar. Las paredes y los suelos eran de aquel gris hormigón que habíamos visto en el exterior del edificio. Sin duda no se habían complicado mucho en la decoración. La gente con la que nos cruzábamos eran personas elegantes, vestidas de traje y corbata o cerebritos con gafas de pasta negra y batas blancas como las nuestras. De vez en cuando topábamos con algún vigilante de seguridad con uniforme verde militar y armado hasta las cejas, pero nadie parecía extrañarse de nuestras presencias.

Topamos con una zona de mayor seguridad, allí solo accedían los peces gordos de aquel lugar. Un vigilante de seguridad custodiaba la puerta con cara de pocos amigos. Yo me acerqué y le saludé amablemente. Saqué la tarjeta electrónica del hombre que habíamos noqueado y encerrado en un armario y recé para que fuera una persona importante en aquel extraño lugar mientras pasaba la tarjeta por el lector.

Bip, bip. La luz verde se encendió, los tres pudimos respirar aliviados y pasar a la zona más preservada  de todas las instalaciones.

Era una sala inmensa con unos techos tan altos como la altura total del edificio. La gente se movía de allí para acá con herramientas y papeles. En la zona central de la sala se encontraban los ordenadores, en los que unos cuantos hombres tecleaban códigos y formulas matemáticas complejas. Los mecánicos seguían las instrucciones dadas por un grupo de personas que removían sus carpetas llenas de papeles de forma eufórica y nerviosa. Unas veinte personas vestidas de uniforme militar, seguían las instrucciones de un alto, moreno y corpulento capitán que agitaba con sus rectos y limpios movimientos las medallas que llevaba con honor en su pecho. Pero lo que de verdad nos dejó impresionados, estupefactos y  boquiabiertos fue las cinco naves espaciales que se hallaban al fondo de la sala custodiadas por varios vigilantes armados, y mimadas por ingenieros y mecánicos.

-Hay mucho trabajo que hacer, mañana la nave A-3 debe despegar, no os quedéis ahí quietos.-Dijo una voz seria que nos hizo salir de nuestro ensimismamiento.-Si no sabéis que hacer podéis ayudarme a transportar mis enseres personales.

El hombre era rubio, casi albino, con grandes ojos azules, mirada vanidosa y acento alemán. 

-Si señor, le ayudaremos a transportar sus maletas.-Respondió un rápido Samuel.

Cada uno cogió dos pesadas maletas y le seguimos hasta una de las cinco naves.

-Soy Michael Müller el piloto e ingeniero jefe de la nave A-3. ¿Sois nuevos en las instalaciones “pájaro de metal”?

-Si, hemos llegado hoy.-Le respondí con una gran sonrisa.

-¿De que instalación venís?-Nos preguntó Michael mientras entraba por la compuerta principal de la nave.

-¡Es impresionante!-Dejó escapar un maravillado Dany, mientras Samuel y yo nos mirábamos tratando de pensar alguna respuesta creíble.

-Por lo que veo no habíais visto nunca una nave.-Nos dijo mirándonos a los ojos-.Dejarme adivinar, venís de las instalaciones “centro de comando”, ¿verdad?

-Si, lo ha adivinado.-Dijo Samuel.

-Ha sido fácil, son las únicas instalaciones sin naves.-Dijo Michael sonriendo. 

-Tiene que ser un hombre muy inteligente e importante para estar al mando de esta nave, señor.-Dije tratando de halagarlo para intentar sonsacarle información.

-Me complace, señorita.-Volvió a sonreír el piloto-. Y lleva toda la razón, soy muy importante, soy el piloto de la nave más cara que tenemos en estas instalaciones.

-¿Por qué es la más cara, señor? 

-Porque su dueño tenía una riqueza más importante que la de los dueños de las otras cuatro.

-Perdone que le haga tantas preguntas, pero ¿a que dueño se refiere?-Pregunté una vez más.

-Eso si que no se lo puedo decir, los dueños de las naves son anónimos, tenemos que guardar la intimidad de nuestros clientes.-Dijo el hombre mientras volvía a dirigirse a la zona donde se encontraban el resto de sus maletas.

-Lleva muchas cosas, señor-Dijo Dany al recoger otras dos maletas del suelo.

-Claro, me voy para siempre.-Explicó Michael mientras nosotros tres nos mirábamos sorprendidos.

-Esperen un momento por favor.-Nos dijo el capitán que antes habíamos visto dando ordenes a su tropa.

-¿Qué desea capitán general Bradley?-Preguntó el piloto.

-He notado que tiene nuevos ayudantes.

-Si, así es, vienen del “centro de comando”. Es usted muy observador capitán general. 

-Si no fuera tan observador no sería general OF-10.-Respondió muy serio Bradley.

El tal capitán Bradley no me gustó nada, a pesar de su apariencia elegante y segura, de su metro noventa de estatura y de parecerme un hombre muy atractivo. Algo me decía que nos iba a traer problemas. Me palpé la espalda con disimulo, para asegurarme que aún tenía el cuchillo por si lo necesitaba y Bradley me miró como si algo en mi le llamara la atención, parecía querer leerme la mente.

-¿Y usted es? –Me preguntó el capitán.

-María, soy la señorita María.

-¿Solamente María? ¿No tiene ningún cargo importante?

-No, no tengo ningún cargo importante. Pero créame cuando le digo que soy importante.-Le respondí ofendida.

-Oh, no quería ofenderla, es que mi instinto me decía que me encontraba ante un igual, un oficial o puede que un piloto, en definitiva alguien que diera ordenes.

-Pues no doy órdenes, se ha equivocado su instinto.-Dije muy seria mientras mis compañeros me miraban de reojo, dudando que yo no diera ordenes.

-¿Algo más mi capitán?, tengo muchas cosas que preparar si queremos despegar mañana.-Intervino Michael.

-Si, tengo una duda más, señor.-Dijo mirándome de reojo-. También he notado que llevan un perro con ustedes. ¿Es suyo Michael?

Michael miró al can y respondió-.Claro que no es mio, es de mis ayudantes.
-Es mio.-Interrumpí.

-Creo que mi instinto no se ha confundido.-Dijo Bradley tocándose la barbilla pensativamente-. Si usted no tiene un cargo importante, ¿por qué tiene una mascota? Los empleados sin rango no tienen permitido enseres personales y mucho menos perros.

Michael nos miró asombrado, no se había dado cuenta de aquello hasta que el astuto Bradley se lo había mencionado. Era cuestión de segundos que se dieran cuenta que no trabajábamos allí y el hombre que habíamos encerrado en el armario lo podría corroborar, así que, yo también usé mi instinto.

-Porque si que tengo un rango especial.-Dije acercándome a Michael y poniéndole el cuchillo en la garganta-. ¿Te gusta mi rango? Se llama arma.

-Esto no estaba en los planes.-Exclamó Dany.

-No tenía más remedio, este nos había descubierto.-Dije señalando con la cara a Bradley.

-Lleva razón tu capitana, me había dado cuenta de que erais intrusos desde que os vi con esas pintas destartaladas y esas ropas descoloridas, pero el perro era ya el colmo.

-No es mi capitana.-Replicó Dany.

-Cállate Dany, mi cargo no es lo más importante ahora. Quiero que me explique que narices es este sitio.-Impuse al capitán Bradley.

 -No será tu capitana pero es la que manda en tu grupo.-Dijo sonriendo Bradley, que a pesar de que yo amenazaba a su mejor piloto con un cuchillo en la garganta, parecía estar totalmente tranquilo.

-¡Habla si quieres que Michael siga con vida!-Le grité al capitán.

-Está bien, os contaré que es todo esto, pero no os va a servir de nada saberlo.

-Eso lo decidiré yo.-Le respondí.

-Los gobernantes y altos cargos sabían que la crisis no tenía solución mucho antes de que se desatará este caos llamado fin del mundo, así que pensaron en una posible alternativa para ponerse a salvo de la gente enfurecida y molesta por haberles dejado en la más terrible miseria.-Bradley dio unos pasos hacia la derecha para darse tiempo a pensar en como seguir su historia-. Y se les ocurrió esta idea. Irse del planeta tierra.

-¿Cómo?-Preguntó Dany-. Eso es imposible, los planetas habitables están demasiados lejos, no tenemos la tecnología para llegar a ellos, ni siquiera para saber con exactitud si son habitables de verdad.

-Si que tenemos la tecnología, nuestros científicos descubrieron la forma de viajar en el tiempo. El error del acelerador de partículas del CERN en septiembre de 2011 no fue un error, experimentos posteriores lo demostraron.

-No puede ser, ¿como no nos informaron de tal descubrimiento?-Preguntó un incrédulo Dany.

-Tampoco informaron a la población de haber encontrado un planeta cien por cien habitable.-El capitán alineó una de sus medallas y se estiró una manga de su uniforme-.Los países menos dañados por la crisis mundial o que tenían más experiencia en viajar al espacio, formaron empresas secretas, que informaban a los hombres más ricos de la inminente llegada del fin del mundo y les convencieron de gastar todas sus fortunas en fabricar naves espaciales antes de que el dinero ya no tuviera valor.

-¿Quieres decir que los ricos han gastado todas sus fortunas para irse a otro planeta porque en este ya no estaban seguros?-Pregunté apretando un poco el cuchillo sobre la garganta de Michael.

-Si, más o menos es eso. –Respondió Bradley.-Esta empresa es Alemana, pero creo que hay otra Estadounidense, otra Rusa y he oído rumores de una Japonesa, pero quien sabe.-Dijo subiendo los hombros en gesto de duda.

De pronto una alarma saltó en el edificio, una luz roja parpadeante acompañada de un estridente pitido llenó al capitán de confusión.

-¿Qué sucede? ¿Quien ha pulsado la alarma? Estoy dispuesta a matar a Michael.-Grité enfurecida.

-La alarma no es por ti, algo pasa fuera.-Me indicó el capitán.-Necesito ver las cámaras exteriores de inmediato.-Ordenó a los ingenieros como si yo no estuviera allí con un cuchillo.

-Son intrusos señor, han destrozado la alambrada y están disparando en la entrada principal.-Respondió uno de los ingenieros, mostrándole las cámaras.

-Son demasiados para contratacar. No lo entiendo. ¿Cómo han podido saber nuestra ubicación?-Entonces Bradley volvió a fijarse en nosotros que continuábamos en el mismo sitio, inmóviles.- ¿A quien más le habéis contado nuestra posición?

-A nadie, ¿crees que somos tontos? -Respondí muy seria.

-Bueno.-Dijo Dany.-Puede que contara algo, pero solo en mi blog y en las redes sociales.

-¿Por qué hiciste eso?-Preguntó Samuel.

-Pensé que nadie leía ya esas cosas y me aburría en el refugio.-Respondió Dany.

-Tienen explosivos, señor.-Informó un ingeniero a Bradley-. No tardaran más de una hora en entrar.

-Tengo la solución.-Dije sonriente-.Yo tengo aquí un piloto experto y tu una nave.-Le indiqué al capitán-.Lo mejor es que nos marchemos a donde quiera que sea, antes de que la oleada de gente nos mate a todos.

-No podemos despegar sin el dueño de la nave y hasta mañana no vendrá.-Interrumpió Michael con una voz ronca debido a mi presión en su garganta.

-Las oleadas no piensan, solo destruyen todo a su paso. Esa nave ya no funcionará mañana y si queremos sobrevivir hay que huir.

-Nuestro ejército podrá con ellos.-Me respondió Michael.

 -Lleva razón la señorita.-Intervino el capitán-.Son demasiados, estas instalaciones dentro de una hora serán destruidas y con ellas todo lo que hay dentro, incluidos nosotros. Nuestra única solución es despegar ya.

-Pero…-Dijo el piloto.

-Es una orden. Yo soy el de más rango en “pájaro de metal” y digo que despeguemos.-Bradley hizo una pausa y continuó hablando-.En cuanto a los tres intrusos, creo que lo mejor sería una alianza.-Dijo mirándome a los ojos esperando mi respuesta.

Aparté el cuchillo de la garganta del piloto, me guardé el arma en la espalda y le respondí: -¿En que podemos ayudar capitán?

En menos de treinta minutos teníamos todo dispuesto para el despegue. En la nave íbamos Dany, Samuel y yo, Pokito en un habitáculo especial para animales, el piloto Michael, el capitán general Bradley y sus veinte hombres de los cuales varios además de ser soldados eran ingenieros, mecánicos e incluso enfermeros.

El despegue fue emocionante, aunque no muy diferente al de un avión. La tecnología de aquel cohete era asombrosa, apenas notamos el impulso de salida y el de aterrizaje. El espacio exterior nos dejó boquiabiertos, incluso al capitán Bradley. Los diferentes planetas, soles y satélites pasaban rápido casi a nuestro lado, al igual que los árboles y las casas en un viaje en coche. 

-Bienvenidos a Kepler-22b.-Dijó el piloto después de unas pequeñas turbulencias provocadas por el aterrizaje.

-Soldados.-Dijo Bradley dirigiéndose a sus hombres-.Ya sabéis el protocolo, lo hemos practicado muchas veces. Coged las armas reglamentarias y preparaos para la exploración rutinaria de la zona. Recordad que no somos los primeros en llegar, nos encontraremos con los integrantes de A-1 y A-2.

Saqué a Pokito de su habitáculo, mientras un jaleo de hombres se preparaban para la exploración. Bradley salió el primero con su arma colgada en su cuello, lista para ser disparada en cualquier momento. Hizo un gesto con la mano y sus hombres comenzaron a salir en grupos de dos en dos. Por último salimos nosotros, acompañados por Michael.

El planeta Kepler-22b en apariencia, no era diferente al nuestro. Los árboles eran verdes, las flores de colores, el cielo azul y el sol brillaba como el de la Tierra. La nave había aterrizado en un enorme claro en donde se encontraban las otras dos naves y un campamento. Los integrantes de A-1 y A-2 habían construido bonitas cabañas con todo lujo de detalles. Era obvio que no solo habían traído ropa en el equipaje, también sistemas complejos para tratar el agua, producir energía y maquinaria pesada entre otras muchas cosas.

-¡Esto es un paraíso! -Comenzó a gritar todo el mundo tras la exploración que marcaba el protocolo.

-Ha merecido la pena.-Dijo Dany.

-Cuanto le hubiera gustado esto a mi hermano.-Exclamó Samuel, triste por la ausencia de Jacob.

Los hombres se abrazaron unos a los otros, alegres y felices. Todos menos el capitán Bradley.

Eché un vistazo a mi alrededor, alertada por aquella mirada de desconfianza con la que horas antes me había mirado a mi el capitán. No sabía que era lo que tenía a Bradley tan alerta. No había nada fuera de lo normal, es más no había nadie, salvo nosotros. Entonces me di cuenta. Estábamos solos.

-¿Dónde están los demás?-Pregunté al capitán Bradley.

El me miró indicándome que algo raro pasaba y dio la orden a sus hombres-. Protocolo “alerta máxima”. Quiero a Rojo-1 y Azul-1 totalmente comunicados conmigo por las radios.

Los hombres quedaron estupefactos, el capitán había activado el protocolo de máximo peligro. Hasta Michael se puso nervioso al oír la orden de Bradley.

Caminamos todos juntos, adentrándonos entre los árboles. Los hombres del capitán no daban un solo paso sin antes asegurar cada piedra del camino, cada planta misteriosa. Los nervios se apoderaron de todos, pero las claras y sencillas indicaciones del sereno capitán, aportaban un poco de tranquilidad al grupo. Buscamos durante horas, pero no vimos la mínima señal de los compañeros A-1 y A-2, así que Bradley dio la orden de regreso.

-Azul-1 regresamos.-Bradley esperó a que su hombre diera una respuesta por su radio, pero no escuchó nada-. Repito, Azul-1 establezco regreso.- Volvió a decir, pero nadie contestó. Contrariado llamó a otro hombre-.Rojo-1, ¿está todo bien por ese flanco?

-Si mi capitán, flanco rojo está todo en orden.-Se escuchó por la radio.

-Quiero que os acerquéis, algo pasa al flanco azul.-Indicó Bradley a su hombre.

Bradley rastreó con la mirada al hombre más próximo a él del flanco azul, para indicarle que se adentrará a buscar al teniente Azul-1, pero un ruido en los árboles le interrumpió. Algo nos rodeaba en el bosque.

Yo me acerqué a mis compañeros para reunirme con ellos, pero solo encontré a Dany.

-¿Y Samuel? 

-Estaba aquí hace un segundo.-Me respondió Dany.

Un ruido más fuerte hizo arremolinarnos unos junto a otros.

-Mi capitán faltan varios hombres.-Indicó uno de los soldados.

-Preparaos para disparar.-Gritó Bradley.

Entonces el ruido paró. El bosque se llenó de un inquietante silencio. Algo cayó a mis pies. Era oscuro, yo diría que castaño. Me agaché para obsérvalo mejor, el objeto no se movía así que lo cogí para ver de que se trataba. Era pesado, muy pesado y tenía pelo. ¿Sería algún animal raro de aquel planeta? Los demás me miraban esperando mi respuesta. Lo giré y entonces supe que era aquel extraño ser. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, no podía moverme. Solo pude susurrar mientras miraba aquellos inertes ojos marrones:

-Es Samuel.