miércoles, 11 de enero de 2012

Día 10



Comenzaba a amanecer y la luz anaranjada iluminaba el gigantesco edificio de hormigón. No sabía cuantos metros medía pero sin duda podía contener en su interior el esperado y buscado artilugio metálico que iluminó el cielo aquel día, el día uno de nuestra aventura. Samuel, Dany y yo examinamos cada palmo de las vallas en busca de alguna abertura, pero no encontramos nada. Y aunque halláramos el modo de pasar, unos grandes muros de hormigón y puerta blindada con teclado de seguridad impedirían nuestra entrada.

-Es imposible pasar.-Suspiró Dany-. Hemos llegado hasta aquí para nada.

-No pierdas la esperanza, encontraremos algún modo.-Le respondió Samuel-. Siempre lo encontramos.

-Esta vez no, no lo lograremos.

-¡¡¡Chisssss!!!- Dije por lo bajo, poniéndome un dedo en la boca-.Mirad, sale alguien.

Tras iluminarse unos instantes una luz verde, la puerta blindada se abrió. Un hombre con traje y corbata salió del interior del edificio de hormigón. Sacó una llave de su bolsillo derecho e introduciéndola en el candado que mantenía cerrada la puerta de la valla, salió al exterior. El hombre palpó con la mano el pecho de su carísimo y elegante traje gris oscuro, para después  sacar una brillante pitillera de oro. Nos quedamos estupefactos, no lo podíamos creer, ese hombre había salido al exterior dejando todas las puertas abiertas de un edificio con enormes sistemas de seguridad, para fumarse un simple cigarrillo.

-Es nuestra oportunidad.-Susurré a mis compañeros-. Es ahora o nunca.

-Uno de nosotros debería distraerle y otro golpearle por la espalda.-Dijo Samuel.

-¿No sería mejor colarnos dentro, ahora que está distraído?-Le pregunté.

-No, está justo enfrente de la puerta, se daría cuenta de nuestra presencia, lo mejor es noquearle.-Explicó Samuel.

-¿Y quien va a distraerle y como?-Pregunté mirando a Dany.

-¿Por qué me miráis los dos?-Dijo este un poco molesto-.No pienso ser otra vez el anzuelo.

-Es que ya tienes experiencia en estos casos. ¿Qué más te da hacerlo otra vez? –Dije poniendo ojillos tiernos a mi amigo.

-¡No!, me niego.-Contestó cruzando los brazos en señal de enfado y disconformidad.

-Vamos Dany.-Intervino Samuel-. En estos casos tu eres el mejor, por eso te lo pedimos. 

-¿Soy el mejor?

Yo asentí con la cabeza.

-Está bien, lo haré. Además ya tengo un plan para distraerle, estad atentos.-Dijo sacando su iPad de un bolsillo de su abrigo y echando a andar hacia el hombre trajeado.

-¿Perdona, te llega la señal wifi? -Preguntó Dany al hombre, señalando su iPad-. Es que no se si es problema de este cacharro o de la red.

El hombre se colocó el cigarrillo en la boca y sacó un móvil de última generación, caro y brillante.- Yo si tengo wifi.-Dijo mirando a Dany y examinando su cochambrosa y destartalada vestimenta por primera vez-. Un momento, ¿tu quien …

¡¡Zas!! El hombre había quedado inconsciente y tendido en el suelo, tras haber sido golpeado por Samuel con un tronco del espeso bosque que rodeaba las instalaciones de hormigón.

Arrastramos su cuerpo gordo y pesado al interior del edificio, asegurándonos de cerrar todas las puertas con la llave y la tarjeta electrónica que le habíamos cogido prestado. No queríamos que nadie se diera cuenta de que algo raro había pasado. Le encerramos en un armario, nos pusimos unas batas blancas que encontramos colgadas en unas perchas y cogimos varias carpetas, para pasar desapercibidos.

-¿Estáis listos? –Pregunté a mis amigos. Ambos afirmaron con la cabeza.

Caminamos por varios pasillos y cruzamos varias salas, tratando de averiguar algo de aquel extraño lugar. Las paredes y los suelos eran de aquel gris hormigón que habíamos visto en el exterior del edificio. Sin duda no se habían complicado mucho en la decoración. La gente con la que nos cruzábamos eran personas elegantes, vestidas de traje y corbata o cerebritos con gafas de pasta negra y batas blancas como las nuestras. De vez en cuando topábamos con algún vigilante de seguridad con uniforme verde militar y armado hasta las cejas, pero nadie parecía extrañarse de nuestras presencias.

Topamos con una zona de mayor seguridad, allí solo accedían los peces gordos de aquel lugar. Un vigilante de seguridad custodiaba la puerta con cara de pocos amigos. Yo me acerqué y le saludé amablemente. Saqué la tarjeta electrónica del hombre que habíamos noqueado y encerrado en un armario y recé para que fuera una persona importante en aquel extraño lugar mientras pasaba la tarjeta por el lector.

Bip, bip. La luz verde se encendió, los tres pudimos respirar aliviados y pasar a la zona más preservada  de todas las instalaciones.

Era una sala inmensa con unos techos tan altos como la altura total del edificio. La gente se movía de allí para acá con herramientas y papeles. En la zona central de la sala se encontraban los ordenadores, en los que unos cuantos hombres tecleaban códigos y formulas matemáticas complejas. Los mecánicos seguían las instrucciones dadas por un grupo de personas que removían sus carpetas llenas de papeles de forma eufórica y nerviosa. Unas veinte personas vestidas de uniforme militar, seguían las instrucciones de un alto, moreno y corpulento capitán que agitaba con sus rectos y limpios movimientos las medallas que llevaba con honor en su pecho. Pero lo que de verdad nos dejó impresionados, estupefactos y  boquiabiertos fue las cinco naves espaciales que se hallaban al fondo de la sala custodiadas por varios vigilantes armados, y mimadas por ingenieros y mecánicos.

-Hay mucho trabajo que hacer, mañana la nave A-3 debe despegar, no os quedéis ahí quietos.-Dijo una voz seria que nos hizo salir de nuestro ensimismamiento.-Si no sabéis que hacer podéis ayudarme a transportar mis enseres personales.

El hombre era rubio, casi albino, con grandes ojos azules, mirada vanidosa y acento alemán. 

-Si señor, le ayudaremos a transportar sus maletas.-Respondió un rápido Samuel.

Cada uno cogió dos pesadas maletas y le seguimos hasta una de las cinco naves.

-Soy Michael Müller el piloto e ingeniero jefe de la nave A-3. ¿Sois nuevos en las instalaciones “pájaro de metal”?

-Si, hemos llegado hoy.-Le respondí con una gran sonrisa.

-¿De que instalación venís?-Nos preguntó Michael mientras entraba por la compuerta principal de la nave.

-¡Es impresionante!-Dejó escapar un maravillado Dany, mientras Samuel y yo nos mirábamos tratando de pensar alguna respuesta creíble.

-Por lo que veo no habíais visto nunca una nave.-Nos dijo mirándonos a los ojos-.Dejarme adivinar, venís de las instalaciones “centro de comando”, ¿verdad?

-Si, lo ha adivinado.-Dijo Samuel.

-Ha sido fácil, son las únicas instalaciones sin naves.-Dijo Michael sonriendo. 

-Tiene que ser un hombre muy inteligente e importante para estar al mando de esta nave, señor.-Dije tratando de halagarlo para intentar sonsacarle información.

-Me complace, señorita.-Volvió a sonreír el piloto-. Y lleva toda la razón, soy muy importante, soy el piloto de la nave más cara que tenemos en estas instalaciones.

-¿Por qué es la más cara, señor? 

-Porque su dueño tenía una riqueza más importante que la de los dueños de las otras cuatro.

-Perdone que le haga tantas preguntas, pero ¿a que dueño se refiere?-Pregunté una vez más.

-Eso si que no se lo puedo decir, los dueños de las naves son anónimos, tenemos que guardar la intimidad de nuestros clientes.-Dijo el hombre mientras volvía a dirigirse a la zona donde se encontraban el resto de sus maletas.

-Lleva muchas cosas, señor-Dijo Dany al recoger otras dos maletas del suelo.

-Claro, me voy para siempre.-Explicó Michael mientras nosotros tres nos mirábamos sorprendidos.

-Esperen un momento por favor.-Nos dijo el capitán que antes habíamos visto dando ordenes a su tropa.

-¿Qué desea capitán general Bradley?-Preguntó el piloto.

-He notado que tiene nuevos ayudantes.

-Si, así es, vienen del “centro de comando”. Es usted muy observador capitán general. 

-Si no fuera tan observador no sería general OF-10.-Respondió muy serio Bradley.

El tal capitán Bradley no me gustó nada, a pesar de su apariencia elegante y segura, de su metro noventa de estatura y de parecerme un hombre muy atractivo. Algo me decía que nos iba a traer problemas. Me palpé la espalda con disimulo, para asegurarme que aún tenía el cuchillo por si lo necesitaba y Bradley me miró como si algo en mi le llamara la atención, parecía querer leerme la mente.

-¿Y usted es? –Me preguntó el capitán.

-María, soy la señorita María.

-¿Solamente María? ¿No tiene ningún cargo importante?

-No, no tengo ningún cargo importante. Pero créame cuando le digo que soy importante.-Le respondí ofendida.

-Oh, no quería ofenderla, es que mi instinto me decía que me encontraba ante un igual, un oficial o puede que un piloto, en definitiva alguien que diera ordenes.

-Pues no doy órdenes, se ha equivocado su instinto.-Dije muy seria mientras mis compañeros me miraban de reojo, dudando que yo no diera ordenes.

-¿Algo más mi capitán?, tengo muchas cosas que preparar si queremos despegar mañana.-Intervino Michael.

-Si, tengo una duda más, señor.-Dijo mirándome de reojo-. También he notado que llevan un perro con ustedes. ¿Es suyo Michael?

Michael miró al can y respondió-.Claro que no es mio, es de mis ayudantes.
-Es mio.-Interrumpí.

-Creo que mi instinto no se ha confundido.-Dijo Bradley tocándose la barbilla pensativamente-. Si usted no tiene un cargo importante, ¿por qué tiene una mascota? Los empleados sin rango no tienen permitido enseres personales y mucho menos perros.

Michael nos miró asombrado, no se había dado cuenta de aquello hasta que el astuto Bradley se lo había mencionado. Era cuestión de segundos que se dieran cuenta que no trabajábamos allí y el hombre que habíamos encerrado en el armario lo podría corroborar, así que, yo también usé mi instinto.

-Porque si que tengo un rango especial.-Dije acercándome a Michael y poniéndole el cuchillo en la garganta-. ¿Te gusta mi rango? Se llama arma.

-Esto no estaba en los planes.-Exclamó Dany.

-No tenía más remedio, este nos había descubierto.-Dije señalando con la cara a Bradley.

-Lleva razón tu capitana, me había dado cuenta de que erais intrusos desde que os vi con esas pintas destartaladas y esas ropas descoloridas, pero el perro era ya el colmo.

-No es mi capitana.-Replicó Dany.

-Cállate Dany, mi cargo no es lo más importante ahora. Quiero que me explique que narices es este sitio.-Impuse al capitán Bradley.

 -No será tu capitana pero es la que manda en tu grupo.-Dijo sonriendo Bradley, que a pesar de que yo amenazaba a su mejor piloto con un cuchillo en la garganta, parecía estar totalmente tranquilo.

-¡Habla si quieres que Michael siga con vida!-Le grité al capitán.

-Está bien, os contaré que es todo esto, pero no os va a servir de nada saberlo.

-Eso lo decidiré yo.-Le respondí.

-Los gobernantes y altos cargos sabían que la crisis no tenía solución mucho antes de que se desatará este caos llamado fin del mundo, así que pensaron en una posible alternativa para ponerse a salvo de la gente enfurecida y molesta por haberles dejado en la más terrible miseria.-Bradley dio unos pasos hacia la derecha para darse tiempo a pensar en como seguir su historia-. Y se les ocurrió esta idea. Irse del planeta tierra.

-¿Cómo?-Preguntó Dany-. Eso es imposible, los planetas habitables están demasiados lejos, no tenemos la tecnología para llegar a ellos, ni siquiera para saber con exactitud si son habitables de verdad.

-Si que tenemos la tecnología, nuestros científicos descubrieron la forma de viajar en el tiempo. El error del acelerador de partículas del CERN en septiembre de 2011 no fue un error, experimentos posteriores lo demostraron.

-No puede ser, ¿como no nos informaron de tal descubrimiento?-Preguntó un incrédulo Dany.

-Tampoco informaron a la población de haber encontrado un planeta cien por cien habitable.-El capitán alineó una de sus medallas y se estiró una manga de su uniforme-.Los países menos dañados por la crisis mundial o que tenían más experiencia en viajar al espacio, formaron empresas secretas, que informaban a los hombres más ricos de la inminente llegada del fin del mundo y les convencieron de gastar todas sus fortunas en fabricar naves espaciales antes de que el dinero ya no tuviera valor.

-¿Quieres decir que los ricos han gastado todas sus fortunas para irse a otro planeta porque en este ya no estaban seguros?-Pregunté apretando un poco el cuchillo sobre la garganta de Michael.

-Si, más o menos es eso. –Respondió Bradley.-Esta empresa es Alemana, pero creo que hay otra Estadounidense, otra Rusa y he oído rumores de una Japonesa, pero quien sabe.-Dijo subiendo los hombros en gesto de duda.

De pronto una alarma saltó en el edificio, una luz roja parpadeante acompañada de un estridente pitido llenó al capitán de confusión.

-¿Qué sucede? ¿Quien ha pulsado la alarma? Estoy dispuesta a matar a Michael.-Grité enfurecida.

-La alarma no es por ti, algo pasa fuera.-Me indicó el capitán.-Necesito ver las cámaras exteriores de inmediato.-Ordenó a los ingenieros como si yo no estuviera allí con un cuchillo.

-Son intrusos señor, han destrozado la alambrada y están disparando en la entrada principal.-Respondió uno de los ingenieros, mostrándole las cámaras.

-Son demasiados para contratacar. No lo entiendo. ¿Cómo han podido saber nuestra ubicación?-Entonces Bradley volvió a fijarse en nosotros que continuábamos en el mismo sitio, inmóviles.- ¿A quien más le habéis contado nuestra posición?

-A nadie, ¿crees que somos tontos? -Respondí muy seria.

-Bueno.-Dijo Dany.-Puede que contara algo, pero solo en mi blog y en las redes sociales.

-¿Por qué hiciste eso?-Preguntó Samuel.

-Pensé que nadie leía ya esas cosas y me aburría en el refugio.-Respondió Dany.

-Tienen explosivos, señor.-Informó un ingeniero a Bradley-. No tardaran más de una hora en entrar.

-Tengo la solución.-Dije sonriente-.Yo tengo aquí un piloto experto y tu una nave.-Le indiqué al capitán-.Lo mejor es que nos marchemos a donde quiera que sea, antes de que la oleada de gente nos mate a todos.

-No podemos despegar sin el dueño de la nave y hasta mañana no vendrá.-Interrumpió Michael con una voz ronca debido a mi presión en su garganta.

-Las oleadas no piensan, solo destruyen todo a su paso. Esa nave ya no funcionará mañana y si queremos sobrevivir hay que huir.

-Nuestro ejército podrá con ellos.-Me respondió Michael.

 -Lleva razón la señorita.-Intervino el capitán-.Son demasiados, estas instalaciones dentro de una hora serán destruidas y con ellas todo lo que hay dentro, incluidos nosotros. Nuestra única solución es despegar ya.

-Pero…-Dijo el piloto.

-Es una orden. Yo soy el de más rango en “pájaro de metal” y digo que despeguemos.-Bradley hizo una pausa y continuó hablando-.En cuanto a los tres intrusos, creo que lo mejor sería una alianza.-Dijo mirándome a los ojos esperando mi respuesta.

Aparté el cuchillo de la garganta del piloto, me guardé el arma en la espalda y le respondí: -¿En que podemos ayudar capitán?

En menos de treinta minutos teníamos todo dispuesto para el despegue. En la nave íbamos Dany, Samuel y yo, Pokito en un habitáculo especial para animales, el piloto Michael, el capitán general Bradley y sus veinte hombres de los cuales varios además de ser soldados eran ingenieros, mecánicos e incluso enfermeros.

El despegue fue emocionante, aunque no muy diferente al de un avión. La tecnología de aquel cohete era asombrosa, apenas notamos el impulso de salida y el de aterrizaje. El espacio exterior nos dejó boquiabiertos, incluso al capitán Bradley. Los diferentes planetas, soles y satélites pasaban rápido casi a nuestro lado, al igual que los árboles y las casas en un viaje en coche. 

-Bienvenidos a Kepler-22b.-Dijó el piloto después de unas pequeñas turbulencias provocadas por el aterrizaje.

-Soldados.-Dijo Bradley dirigiéndose a sus hombres-.Ya sabéis el protocolo, lo hemos practicado muchas veces. Coged las armas reglamentarias y preparaos para la exploración rutinaria de la zona. Recordad que no somos los primeros en llegar, nos encontraremos con los integrantes de A-1 y A-2.

Saqué a Pokito de su habitáculo, mientras un jaleo de hombres se preparaban para la exploración. Bradley salió el primero con su arma colgada en su cuello, lista para ser disparada en cualquier momento. Hizo un gesto con la mano y sus hombres comenzaron a salir en grupos de dos en dos. Por último salimos nosotros, acompañados por Michael.

El planeta Kepler-22b en apariencia, no era diferente al nuestro. Los árboles eran verdes, las flores de colores, el cielo azul y el sol brillaba como el de la Tierra. La nave había aterrizado en un enorme claro en donde se encontraban las otras dos naves y un campamento. Los integrantes de A-1 y A-2 habían construido bonitas cabañas con todo lujo de detalles. Era obvio que no solo habían traído ropa en el equipaje, también sistemas complejos para tratar el agua, producir energía y maquinaria pesada entre otras muchas cosas.

-¡Esto es un paraíso! -Comenzó a gritar todo el mundo tras la exploración que marcaba el protocolo.

-Ha merecido la pena.-Dijo Dany.

-Cuanto le hubiera gustado esto a mi hermano.-Exclamó Samuel, triste por la ausencia de Jacob.

Los hombres se abrazaron unos a los otros, alegres y felices. Todos menos el capitán Bradley.

Eché un vistazo a mi alrededor, alertada por aquella mirada de desconfianza con la que horas antes me había mirado a mi el capitán. No sabía que era lo que tenía a Bradley tan alerta. No había nada fuera de lo normal, es más no había nadie, salvo nosotros. Entonces me di cuenta. Estábamos solos.

-¿Dónde están los demás?-Pregunté al capitán Bradley.

El me miró indicándome que algo raro pasaba y dio la orden a sus hombres-. Protocolo “alerta máxima”. Quiero a Rojo-1 y Azul-1 totalmente comunicados conmigo por las radios.

Los hombres quedaron estupefactos, el capitán había activado el protocolo de máximo peligro. Hasta Michael se puso nervioso al oír la orden de Bradley.

Caminamos todos juntos, adentrándonos entre los árboles. Los hombres del capitán no daban un solo paso sin antes asegurar cada piedra del camino, cada planta misteriosa. Los nervios se apoderaron de todos, pero las claras y sencillas indicaciones del sereno capitán, aportaban un poco de tranquilidad al grupo. Buscamos durante horas, pero no vimos la mínima señal de los compañeros A-1 y A-2, así que Bradley dio la orden de regreso.

-Azul-1 regresamos.-Bradley esperó a que su hombre diera una respuesta por su radio, pero no escuchó nada-. Repito, Azul-1 establezco regreso.- Volvió a decir, pero nadie contestó. Contrariado llamó a otro hombre-.Rojo-1, ¿está todo bien por ese flanco?

-Si mi capitán, flanco rojo está todo en orden.-Se escuchó por la radio.

-Quiero que os acerquéis, algo pasa al flanco azul.-Indicó Bradley a su hombre.

Bradley rastreó con la mirada al hombre más próximo a él del flanco azul, para indicarle que se adentrará a buscar al teniente Azul-1, pero un ruido en los árboles le interrumpió. Algo nos rodeaba en el bosque.

Yo me acerqué a mis compañeros para reunirme con ellos, pero solo encontré a Dany.

-¿Y Samuel? 

-Estaba aquí hace un segundo.-Me respondió Dany.

Un ruido más fuerte hizo arremolinarnos unos junto a otros.

-Mi capitán faltan varios hombres.-Indicó uno de los soldados.

-Preparaos para disparar.-Gritó Bradley.

Entonces el ruido paró. El bosque se llenó de un inquietante silencio. Algo cayó a mis pies. Era oscuro, yo diría que castaño. Me agaché para obsérvalo mejor, el objeto no se movía así que lo cogí para ver de que se trataba. Era pesado, muy pesado y tenía pelo. ¿Sería algún animal raro de aquel planeta? Los demás me miraban esperando mi respuesta. Lo giré y entonces supe que era aquel extraño ser. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, no podía moverme. Solo pude susurrar mientras miraba aquellos inertes ojos marrones:

-Es Samuel.  


2 comentarios:

  1. He comenzado a leer este 10 día de tu diario y a sido un no poder parar, seguiré más tarde desde el día 1 ...pues creo que me he enganchado a esta historia.

    Gracias por escribir de esta forma que te deja con ganas de más.

    Recibe un afectuoso saludo desde Lepe.

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    1. Gracias por engancharte a Diario del Futuro, seguiré intentando sorprenderte en los siguientes capítulos.
      Saludos!!

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