jueves, 19 de enero de 2012

Día 11




El capitán Bradley daba órdenes a sus soldados a mí alrededor, las balas repiqueteaban y el bosque se agitaba como si fuera a engullirnos a todos. Yo aún sostenía la cabeza sin vida del que hasta ese momento había sido un compañero leal y un buen amigo. Por algún extraño motivo no podía moverme, no podía pensar, no podía sentir. Había visto morir a mi familia, a mis amigos, había sobrevivido a las oleadas y a los asaltos, e incluso había conseguido averiguar el origen de la misteriosa luz y sobrevivir al fin del mundo, pero con aquello, no pude.

Mientras estaba en shock sentí el brazo de Dany en mi espalda y como su voz me llamaba. Vi correr a un aterrado soldado, intentando escapar de todo aquello y como otros le gritaban tratando de impedírselo. Y escuché los desgarradores gritos del piloto Michael al ver morir a un hombre a su lado. Pero yo, seguía inmóvil con la cabeza de Samuel entre mis manos, viendo como ocurría todo a cámara lenta.

Un rugido a mi derecha hizo girarme a mirar. Una oscura figura de color marrón se aproximaba hacia nosotros. El ser era de aspecto humanoide pero con pelo por todo su cuerpo y se balanceaba ágil entre las ramas. De pronto el ser dio un salto rápido, brusco y preciso, abalanzándose sobre el hombre que tenía a mi lado. El monstruo arañaba sin piedad el rostro del soldado, mientras este no podía hacer otra cosa más que gritar. Sentí un tremendo empujón en un brazo, el cual me sobresalto haciéndome tirar la cabeza de Samuel al suelo. Era Bradley que veloz pero certero disparó al ser marrón por la espalda, salvando la vida al asustado soldado. El monstruo yacía en el suelo, quieto, parecía estar muerto. Saqué el afilado cuchillo que guardaba en un bolsillo trasero y me aproximé. Necesitaba saber que eran aquellas cosas que nos atacaban, necesitaba averiguar que era lo que había matado a mi amigo. Cuando llegué hasta el cuerpo me agaché empuñando con fuerza el arma, dispuesta a terminar lo que Bradley había empezado, pero el monstruo ya estaba muerto. Lo giré para ver su peludo rostro y entonces lo observé con detenimiento. Aquel ser no era tan extraño, lo había visto montones de veces en mi planeta. No era más que un mono enorme.

-Son monos. Son monos gigantescos.-Grité para que todos me oyeran.

-Apuntad a los árboles, a las copas de los árboles.-Indicó el capitán Bradley a sus hombres-.Quiero que os turnéis en grupos de dos para disparar y recargar el arma, quiero fuego continuado. No paréis de disparar al enemigo.-Ordenó mientras se aproximaba hacia donde nos encontrábamos Dany y yo-.Ocuparos de los heridos, empezad por el soldado Ramírez.-Dijo señalando al hombre que acaba de salvar del mono gigante. 

-¡Mi ojo!-Gritaba Ramírez-. ¿Que le pasa a mi ojo? ¡No veo por el ojo izquierdo!

Nos acercamos a él. Dany le apartó la mano con la que se tapaba el rostro para poder observar mejor sus heridas. Al dejar al descubierto su ensangrentado rostro pudimos ver o mejor dicho no ver su ojo izquierdo.

Aunque parezca increíble, el capitán Bradley y sus hombres pudieron ahuyentar a los monos asesinos. Aunque aquello costó varias bajas de ambos bandos. Instalamos nuestro campamento en una zona despoblada de vegetación y árboles, donde a los monos les fuera más difícil atacarnos. El doctor García examinó uno a uno los heridos con ayuda de otros dos soldados que tenían conocimientos de enfermería. El capitán dividió al campamento en dos grupos para las guardias, dejando descansar primero a los que más lo necesitaran.

Ramírez examinaba el cuerpo inerte de uno de los monos, que habíamos traído con nosotros por orden del mismísimo capitán. Con un bisturí y unas pinzas realizaba la autopsia del animal mientras se habituaba al parche que ocultaba la pérdida de su ojo.

 -A simple vista yo diría que es un simple mono.-Dijo Ramírez.-Pero por mis conocimientos en biología y zoología puedo decir que a diferencia de los monos de la tierra, estos parecen ser carnívoros.

Bradley asintió pensativo.

-Este espécimen en particular es un gorila.-Continuó Ramírez-. Aunque si mi único ojo no me engaña, antes me pareció ver algún orangután e incluso a un pequeño chimpancé. 

-Entonces, ¿nos persiguen una panda de monos extraterrestres, locos y hambrientos?-Preguntó Dany que como yo se había acercado a cotillear.

-Se puede decir que si.-Respondió Ramírez medio riéndose.

-Ya puedes descansar Ramírez.-Indicó un serio Bradley, que no parecía haberle hecho ni pizca de gracia el comentario de Dany.

-Si creo que me voy a descansar, el ojo me duele…

Un bonito ciervo apareció de la nada, interrumpiendo la conversación. Su pelaje era esplendido, de un color marrón rojizo que brillaba con la luz del sol. Y su largo cuello sujetaba una cabeza fina que terminaba en unas enormes astas blancas.

-Un ciervo, en este planeta también hay ciervos.-Exclamó Dany.

-Y no parece asustarse por nuestra presencia.-Indiqué mientras me aproximaba a él para tocarlo.

El ciervo parecía amistoso y miraba con unos bonitos ojos dorados. Quizás los habitantes de aquel planeta no eran todos terroríficos, así que me atreví a acercarme para acariciarlo, pero en el último momento el ciervo trató de mordisquearme la mano.

-¿Qué narices?-Dije mientras un soldado espantaba al animal disparando al aire.

Enfurecida y molesta me acerqué al capitán.

-Capitán solicito una pistola.-Dije a Bradley.

-Ya tienes un cuchillo.-Me respondió de forma seca.

-Perdone pero creo que este lugar no es nada seguro y que todo el que quiera un arma debe poder tenerla.

-¿Sabes disparar?-Me preguntó entregándome una pequeña pistola.

-Si, claro, he disparado montones de veces.-Dije guiñándole un ojo a Dany que me miraba de forma escéptica. 

Al caer la noche se produjo el cambio de guardia. A mi me tocaba dormir en una pequeña tienda de campaña compartida con otras dos personas. Era la que estaba más al fondo del campamento, por lo que parecía ser la más segura de todas. Rota por el cansancio me dirigí a ella medio bostezando, pero tras caminar los cuarenta y cinco metros que había desde la primera tienda hasta la mía y deslizar la cremallera para abrir la puerta de tela, me encontré a una joven soldado rubia con un fuerte y bronceado soldado semidesnudos y abrazados.

-Creo que no vengo en buen momento.-Dije un poco colorada.-Os dejo que sigáis con lo vuestro.

-No hace falta que te marches.-Me respondió el soldado moreno.-Puedes unirte.

-¡Uy! Me parece que me llaman, ya si eso en otra ocasión o no.-Respondí mientras cerraba la cremallera a toda prisa.

Comencé a andar en la oscuridad de la noche, las estrellas brillaban y la luna, que tenía un no sé que diferente a la nuestra me hizo añorar a la Tierra. Una fría brisa me estremeció, así que me froté los brazos que dejaba descubiertos mi pequeña camiseta.

-¡No pienso volver a esa tienda ni aunque la desinfecten, y menos con el soldado amor y su amiga la rubita tetona!-Exclamé en alto, dejando escapar aquel pensamiento.

-¡Si hace falta no duermo!-Continué hablándome a mi misma-.Yo ahí no v….

Una enorme explosión detrás de mi, me hizo salir disparada varios metros debido a la onda expansiva. Cuando recobré la consciencia, una oleada de fuego y calor iluminaba mi rostro, mientras Pokito ladraba sin parar. Medio aturdida me levanté y miré hacia el campamento. Ya no quedaba nada, las tiendas solo eran cenizas y un amasijo de hierro ocupaba su lugar. Corrí asustada hacia allí, pero el tremendo calor me impidió poder acercarme más. La gente que momentos antes de la explosión dormía en las tiendas había muerto. Nerviosa comencé a gritar, a llamar a alguien, pero nadie me contestó. ¿Habría alguien más con vida o solo quedaba yo? 

Desorientada y confusa eché otro vistazo a la rara estructura metálica para tratar de averiguar que había pasado y entonces me di cuenta que era una nave como en la que yo había viajado. La nave habría tenido alguna complicación y se habría estrellado. En un lateral me pareció divisar unas letras pero el brillo del fuego no me dejaba leerlo, así que me desplacé un poco hacia la derecha. Tras dar unos pasos pude ver las enormes letras negras con claridad.

- Liberty 10.-Dije en alto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario