viernes, 3 de febrero de 2012

Día 13



Nos encontrábamos rodeados por los animales hambrientos, en un planeta lejano al nuestro y la única persona que sabía como salir de él, yacía muerta con las tripas por el suelo. Jared arrodillado, aún miraba el cuerpo sin vida del piloto como si esperara que de un momento a otro se despertara y le susurrara el secreto que se había llevado a la tumba. El capitán Bradley acompañado de Ramírez disparaba a los monos evitando así que estos se acercaran más a nosotros.

-¡Jared!-Gritó Bradley-. Necesito saber si hay otra forma de salir del campamento, los animales nos tienen rodeados y han bloqueado la entrada principal. ¡Jared!

Este se levantó rápidamente y miró a su alrededor para hacerse una idea del estado de la situación.

-No hay otra salida, pero tenemos un refugio subterráneo de emergencia. Los animales destruirán el campamento pero es mejor salvar al menos la vida.-Respondió Jared-. Seguidme.

Yo me agaché y rebusqué en los bolsillos del fallecido Michael, mientras mis compañeros corrían hacia el refugio. Por suerte no tardé mucho en encontrar lo que buscaba, sus llaves con la piel de mono. Me deshice de la maloliente piel marrón que colgaba del llavero con ayuda de mi cuchillo y me las guardé en el pantalón, a continuación salí tras mis compañeros corriendo a toda prisa.

Al fondo del campamento oculto en el suelo, había una puerta metálica. Tras abrirla y entrar en el refugio subterráneo descubrimos un habitáculo de unos treinta metros cuadrados. No había donde sentarse, ni tampoco luz, solo unos pequeños rayos que pasaban a través de las rejas de la puerta. Estábamos apretados unos con los otros, como en el metro en hora punta.

Estuvimos allí esperando durante dos largas horas, hasta que los monos se cansaron de destrozar las casitas de madera, de golpear las instalaciones de agua y luz, de masticar la ropa  tendida en cuerdas y de arrancar las plantas del huerto.

-Esos asquerosos animales siempre andan destrozando nuestro campamento.-Dijo un hombre con barba de dos días y pelo cano, el cual siempre acompañaba a Jared.

-¿Os  ha pasado más veces?- Preguntó Dany.

-Claro que si. Por suerte fuimos listos y construimos el refugio, no como vosotros los Europeos que causasteis el fin del mundo.

-No causamos el fin del mundo. Fue la crisis y que yo sepa era una crisis mundial.-Respondí ofendida.

-Pero lo peor no fue la crisis.-El hombre escupió en el suelo dejando un pequeño charco de mocos y flemas-. Lo peor fueron vuestras chorradas Europeas y esa moneda tan fea que teníais. Por más que lo intentasteis nunca pudisteis pareceros a nuestros Estados Unidos-. Y comenzó a tararear su himno.

-Ni escuches a John-.Interrumpió Jared-.Está loco, solo le soporto porque es bueno luchando y me ha salvado la vida muchas veces.

Miré a John para observar su respuesta ante las palabras de su jefe, pero este no parecía ofenderse, simplemente se hurgaba las uñas con un cuchillo negro.

-Será mejor que nos pongamos a reconstruir el campamento antes de que se nos haga de noche.-Indicó Bradley.

-Vosotros quedaros aquí si queréis, pero mis hombres y yo nos vamos hacia el sur.-Dijo Jared.

-¿Qué hay en el sur? –Preguntó el capitán.

-Otro campamento.

-¿Hay más campamentos como este del grupo Liberty?

-No, son de otra compañía. –Respondió Jared.

-¿De que compañía son?-Intervino Ramírez.

-Lo desconozco. Solo sé que algunas naves han aterrizado en la zona sur del planeta. Puede que ellos tengan algún piloto con vida que sepa el secreto de Michael.

-¿Pero porque tanta prisa con salir de aquí? ¿Qué ocurre en este planeta? Pregunté contrariada, pero este no me respondió.

Caminamos durante horas hasta llegar a la playa. La arena era blanca y suave y el mar azul verdoso. A pesar que la arena se nos metía en los zapatos a cada paso que dábamos y que el sol quemaba nuestra piel, decidimos bordear la playa porque parecía ser la opción más segura. No había casi vegetación y los animales no podrían sorprendernos tan fácilmente.

Al caer la noche varios hombres prepararon la cena con las verduras que nos habían quedado del huerto después de que el huracán monos locos arrasara el campamento. Jared se encontraba apartado del grupo acompañado de su fiel amigo John. Ambos comían algo a la tenue luz de la luna. Un reflejo metálico me llamó la atención, así que cogí un plato de verduras y me dirigí hacia ellos. Al acercarme me di cuenta que el reflejo metálico era producido por una latas de comida.

-¿Queréis? –Les ofrecí las verduras.

-No gracias, ya tenemos.-Dijo Jared agachando la cabeza tratando de ignorarme.

-¿Aun os quedan latas de comida?-Pregunté.

-Si.

-¿Por qué no las compartís con los demás?

-Por que no.

-¿No os gustan las verduras?

-No nos gusta la comida de este planeta en general.-Respondió mirándome molesto ante tanta pregunta.

-¿Y eso? -Volví a preguntar tratando de chincharle aún más para que se le escapara algo que no quisiera decir.

-Pues porque no.

-¿Por qué no?

Jared dejó su lata de carne aun lado del suelo y se levantó mirándome muy fijamente. El enfado era patente en las arruguillas que se le habían formado alrededor de los ojos.

-¿Qué quieres?

-Quiero que me digas que es lo que ocurre en este planeta.

-Es mejor que no lo sepas, si te lo digo no podrás dormir por las noches.

-¿Te estas riendo de mi? –Dije molesta-. ¡Quiero que me digas ya que pasa!

Jared se giró, dándome la espalda y comenzó a caminar ignorándome.

-¿Tiene alguna relación el secreto, con que tu nunca comas comida de este planeta?

Este dejó de caminar, quizás había acertado.

-No te va a pasar nada por comerte esas verduras.-Me respondió.

-¿Por qué me tiene que pasar algo?-Pregunté confundida.

Jared volvió a darme la espalda pero esta vez no fui yo la que le interrumpió su caminar, una mujer desaliñada y con el pelo sucio le miraba desde lejos.

-¿Elizabeth, eres tu? Preguntó Jared.

La mujer no respondió pero se acercó un poco a él.

-¿Elizabeth?

 La mujer siguió acercándose hacia él, sin pronunciar una sola palabra.

-¡Elizabeth, por favor háblame!-Gritó Jared alertando a todo el grupo.

Al acercase un poco más pude ver su cara con la tenue luz de la luna, la tenía sucia, como manchada de barro. Debajo del barro se escondía una piel clara y suave, pequeños mechones de pelo rubio enmarcaban una facciones casi perfectas. La muchacha se acercó aún más y entonces pude distinguir el color claro de sus ojos, unos grandes y abiertos ojos. Pero no es lo único que pude distinguir, pues lo que me había parecido hasta entonces barro, se convirtió en sangre oscura y reseca. ¿Qué le había pasado a esa mujer?

-¡Elizabeth!- Chilló Jared casi llorando.

Entonces John que se encontraba al lado de Jared, alertado por los gritos de este, miró el rostro de Elizabeth, y corrió hacia ella como nunca había visto correr a nadie. La mujer al ver a John dirigirse hacia ella, echó a correr a su encuentro. Pero lo que yo esperaba un feliz rencuentro se convirtió en un aterrante suceso. John de forma ágil y rápida, agarró el cuello de Elizabeth con sus manos, mientras esta parecía gruñir enseñando su blanqueada dentadura y realizando un fuerte giro de muñeca, la partió el cuello.     

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