jueves, 19 de abril de 2012

Día 18




La sala era fría, con un cierto olor a desinfectante y a metal. La luz intensa de las lámparas iluminaba la camilla blanca en la que me hallaba tumbada, enmarcando mis heridas. Una mujer de bata blanca y mascarilla en la cara me desinfectaba el corte de la frente. Tras la desinfección me aplicó una anestesia local y comenzó a realizar la delicada tarea de coser, zigzagueando con el hilo y la aguja por mi rostro. Al terminar, cortó el hilo y examinó el resto de las heridas que cubrían mi cuerpo. Estas al ser de menor gravedad solo requirieron limpiarlas con una gasa húmeda. La mujer se dio cuenta de mi vendaje en la muñeca y quiso husmear en mi pequeño secreto, retirando la venda.

-Esto ya lo tenía antes. No hace falta que me lo quites.-Dije apartando mi muñeca de las zarpas de la enfermera.

-¿Qué ocultas ahí? ¿No estarás infectada?

-Una persona no se infecta con una herida.-Dije engurruñando las cejas.-Solo se transmite comiendo carne contaminada.

-Se puede enfermar por una herida, yo he visto un caso, así que déjame ver que tienes ahí, niña.-Insistió la enfermera.

-La persona que enfermó, ¿Cómo se hizo la herida?-Pregunté mientras sujetaba la venda con mi mano izquierda.

-Un infectado le mordió.-Me respondió de forma seca.

No pude evitar acordarme de Dany y la cantidad de mordiscos que le propinaron los infectados cuando fuimos acorralados en el bosque.

-María.-La voz seca de Oleg me hizo despertar de mi ensimismamiento.

-¿Qué…?- Al levantar el rostro hacia Oleg me di cuenta de que los hombres armados que le acompañaban arrastraban semiatados a Jared y a Bradley.

-Tus hombres han escapado. Ese no era el trato.

-Mis hombres no han escapado, solo me han defendido de un infectado.-Dije alzando la voz y levantándome de la camilla.-Si no es por ellos, no estaría viva y no tendría con quien mantener el trato.

-Agredieron a dos de mis mejores hombres para escapar.

-No serían tan buenos si se dejaron golpear.-Jared soltó una carcajada y uno de los soldados le golpeó en la cara.-Quiero que a ese que acaba de propinar un golpe a mi amigo se le castigue como es debido.

-No lo veo necesario.-Respondió Oleg sonriendo.

-Pues yo creo que si, hace pocas horas usted me dijo que su campamento era mi campamento. ¿Quién es ahora el que incumple el pacto? Además, recuerdor que el motivo de mantener a mi grupo encarcelado no era más que una precaución para que no infectáramos a su maravilloso, limpio y no infectado campamento.-Caminé unos pasos hasta ponerme justo enfrente de Oleg. Quizás son los suyos los que deben estar en cuarentena.

-Si olvidáis que el hombre infectado era de los míos, yo olvidaré que estos dos se han escapado y sancionaré a Yuri por la agresión.

-Para mi no ha pasado nada y ahora si me disculpa mis dos amigos y yo nos vamos a descansar.



Al regresar a la jaula pude comprobar los cambios que había realizado Oleg en ella. Varias hileras de camas inundaban el habitáculo central, a la derecha una improvisada mesa circular acompañada de rectas y robustas cajas de madera que hacían la función de taburetes, formaba  el comedor. Al fondo unas mamparas opacas ocultaban el fabuloso y maravilloso agujero en el suelo que parecía ser el retrete.

-Gracias por mediar con Oleg.-Dijo el capitán Bradley.

-No es nada, vosotros me salvasteis la vida, es lo mínimo que podía hacer.

-¿Estas muy mal herida? –Me pregunto Bradley mientras apartaba mi flequillo para mirar la gasa que cubría mi frente.

-No es nada, podía haber sido peor.-Sonreí-. Si Jared no llega a llegar en ese momento me había devorado ese asqueroso infectado.

-Si, claro.-Respondió el capitán agachando la cabeza.


Aproveché el ajetreo de la cena para irme a la zona más solitaria y oscura de la jaula acompañada de Pokito. Allí mientras acariciaba a mi leal y fiel amigo, oculté la tarjeta electrónica en su collar. Sabía que nadie la buscaría allí y si lo hacían Pokito se aseguraría de que no se la llevasen.
-Has hecho un trato con Oleg por esa tarjeta y resulta que siempre la has llevado en el bolsillo de tu pantalón.

-¿Jared?-Dije al ser descubierta.

-Tranquila, no diré nada a nadie y tampoco creo que tu chucho me deje quitársela.

-No, no lo hará.

-¿Te encuentras bien?-Me preguntó Jared mientras me retiraba su mirada.

-Estoy bien, al final no me pasó nada. Gracias por salvarme.-Respondí un poco avergonzada.

-Eres importante para este grupo, sin ti estaríamos ahí fuera con los animales hambrientos, aquí al menos tenemos esta celda tan bonita.-Jared golpeó los barrotes de la jaula sonriendo.

-¿Cuando supiste que tu hermana estaba infectada?-Pregunté sorprendiendo a Jared.-Si no quieres no me respondas.-Dije al ver la tristeza en su cara.

-Realmente lo supe aquel día en la playa, cuando John no tuvo más remedio que matarla.-Jared hizo un pequeño silencio para respirar profundo y coger fuerzas-. Sospechaba que estaba infectada cuando cayó enferma, todos los síntomas lo indicaban pero yo no quería creerlo. Una mañana al levantarme, había desaparecido y a pesar de que organicé partidas en su búsqueda, jamás la encontré. Creo que siempre tuve la esperanza de que estaría bien.-Jared miró la luna llena y yo no supe que decir.



Al llegar la noche fui a dar las buenas noches a Dany. Había estado todo el día muy callado y eso no era normal en él. Necesitaba comprobar que estaba bien y no había enfermado, después de mantener aquella conversación con la enfermera, las heridas de Dany me preocupaban.

-¿Dany? –Pregunté al encontrarle acostado.

-Hola, María.-Me respondió casi susurrando.

-¿Estas bien?

-Si, no te preocupes.

El sudor le recorría la cara y su rostro estaba más rojo de lo normal. Coloqué mi mano en su frente y pude comprobar que tenía fiebre.

-Dany, no estas bien, tienes una fiebre muy alta.-Susurré a mi amigo para que nadie se enterara.-Estas enfermo.

-Si lo estoy, pero por favor, no digas nada.   

  
                

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